Tulcingo del Valle literalmente se está quedando sin habitantes. El 50 por ciento de las personas en edad de trabajar se encuentra en alguna parte de los Estados Unidos y siguen saliendo diariamente hasta 100 habitantes en busca del sueño americano.

Los habitantes de este municipio, ubicado a unas tres horas de la ciudad de Puebla, llaman a este lugar “El diamante de la Mixteca” por el contraste de su prosperidad en medio de una de las regiones más pobres del país.

Pero también es conocido por toda la región como Tulcingo “del dólar”, gracias a los millones de dólares que llegan de remesas de parte de los migrantes a sus parientes.

La mitad de los 13 mil habitantes del municipio están en el norte y sin ellos Tulcingo no podría vivir.

“Dependemos en 100 por ciento de los dólares”, dicen los habitantes con orgullo al señalar que ni las aportaciones de gobierno superan lo que llega en remesas.

Inclusive en este municipio funciona la única sucursal bancaria de la región, la que a diferencia de las filiales en el resto del país cierra hasta las nueve de la noche, especialmente las cajas donde se cobran las remesas.

En ese mismo horario funcionan las siete casas de cambio de la localidad, algunas de las cuales ofrecen también servicio telefónico de larga distancia.

El “billete verde” hace que haya prosperidad para otros negocios como las paqueterías con envíos directos a Minneapolis, Carolina del Norte y Massachussets, además de los destinos tradicionales: Oxnard (California), Houston (Texas) y, por supuesto, Nueva York.

Existen en la zona seis grupos de sonideros que pasan la mitad del año de gira por Estados Unidos y el resto en las nueve comunidades de Tulcingo contratados para bodas, fiestas de 15 años, bautizos, aniversarios o lo que se ofrezca, todo pagado por los paisanos. Por
una fiesta de cinco horas va de 20 mil a 30 mil pesos.

La prosperidad alcanza también la arquitectura. Tulcingo Plaza, uno de los comercios más grandes, fue construido con detalles similares a un mall neoyorquino porque a su dueño, Leobardo Sierra, le gustaba pasar allí las tardes de domingo.

Tulcingo tiene una vieja tradición migratoria cuyos destinos principales eran hasta 1970, la capital de Puebla y el Distrito Federal.
Los primeros migrantes, recuerda David Bravo, trabajaron en un restaurante de City Island, frente a Manhattan, pero luego se fueron a Queens y al Bronx, siempre como empleados de cocina.

“Era lo más barato —recuerda— porque te ahorrabas la comida. Ya luego, cuando aprendías un poco de inglés, empezabas a subir de puesto”.

Pero en contradicción, el éxito de los paisanos no se refleja en el pueblo, donde no funciona el programa 3x1 y las obras principales se han realizado con dinero del gobierno estatal.

El dinero se gasta en la familia, algunos negocios o en fiestas, para las cuales el pueblo se pinta solo, presume el pastelero Servando Gómez.

“Aquí pueden encontrar todo lo necesario: mariachis, camarógrafos, estilistas, vestidos de novia o quinceañera, renta de sillas, mesas, recuerdos… La gente se viene a casar aquí porque es más barato que en Estados Unidos; un pastel cuesta 300 dólares y allá sale en más de mil”.

Debido a la variedad de productos para el festejo, la cabecera se ganó otro sobrenombre: Tulcingo “del baile”.

En esta tierra los “polleros” son consideran prestadores de servicios. “Nos dan todas las facilidades, cuidan a la gente y algunos hasta han regresado a las personas que no pueden cruzar”, afirman.

—Es común que los polleros abandonen a la gente en el desierto…
—Es una cadena de confianzas —responde David Bravo—. Además, nosotros los conocemos a todos, sabemos quién es seguro. Al que le pasa algo es que no sabe cuidarse.

Los primeros migrantes

Austreberto Lucero Meza, originario de Tulcingo de Valle, pionero de la ruta hacia Estados Unidos, cuenta que él viajó por primera vez para enrolarse en el programa de trabajadores agrícolas huéspedes —El Programa Bracero— que operó en Estados Unidos entre 1942 y 1964.
Al regreso de viaje, Lucero relató su experiencia de trabajo e invitó al primer grupo de trabajadores braceros de su región, integrado por 14 personas, casi todas con experiencia migratoria regional.

En 1955 se realizó el primer viaje de 14 trabajadores braceros de Tulcingo de Valle, representando un importante acontecimiento en la localidad.

Aún se recuerda, entre las personas mayores de 60 años, cómo empezó a sonar el único tocadiscos que había en el pueblo, con la idea de despedir a quienes “se marchaban a un lugar lejano”.

El primer grupo, o “parvada” —como usualmente se llama a los grupos de migrantes de la época del Programa Bracero— estaba integrado por hombres de la cabecera municipal; la mayoría eran solteros jóvenes de entre 16 y 23 años, algunos estaban relacionados entre sí por el parentesco y otros por vivir en el mismo barrio y pertenecer a una misma generación.

Son dos las versiones que persisten en las narrativas colectivas respecto de los primeros migrantes hacia Nueva York y cuyos relatos forman parte de las historias locales de los pueblos mixtecos de la región profunda.

La primera de ellas se refiere a la invitación de una mujer migrante, originaria de Piaxtla, quien, entre 1965 y 1968, había conducido “sin papeles” a algunos de los primeros pobladores de la Mixteca profunda hasta Nueva York.

Se cuenta que eran aproximadamente cinco jóvenes originarios de Tulcingo, Tlalchichica (localidad del municipio de Axutla), de Piedra Parada (ranchería de la localidad de Tlalchichica, Axutla) y de Chila de la Sal.

Aunque también existe una segunda versión, la cual reconoce que algunos de los primeros migrantes viajaron con visa de turista, en “la aventura por conocer lugares lejanos” pasaron por otras ciudades de Estados Unidos, y luego llegaron a establecerse en Nueva York.

Las versiones diversas sobre los pioneros, nos permiten entender cómo se constituyó uno de los primeros grupos de migrantes de esa región en Nueva York, lo cual —por supuesto— no niega que una de las primeras razones que los llevaron a migrar fue sin duda la falta de
empleo regional.

Así lo relata el estudio realizado por Gioconda Herrera y Jacques Ramírez, editores de América Latina migrante: Estado, familias, ya que en la región Mixteca poblana “profunda” el fenómeno migratorio presenta tres diferentes etapas. La primera de ellas consiste en una
migración regional en busca de empleos temporales y se refiere fundamentalmente a desplazamientos hacia algunos centros de atracción de mano de obra, tales como el ingenio azucarero de Atencingo.

Los migrantes temporales regresaban anualmente a sus comunidades para sembrar sus tierras y más tarde para cosecharlas; pese a que la región Mixteca es muy árida, la actividad del campo fue una de las más dinámicas hasta los años 50.

Una segunda fase de migración mixteca puede ubicarse durante los años 60, teniendo como destino principal algunos centros urbanos, tales como la ciudad de Puebla, el puerto de Veracruz, la ciudad de México y otras áreas de la zona de conurbación del Distrito
Federal.

La tercera fase se superpone a la segunda y en algún momento también a la primera fase de la migración mixteca. La tercera implica un desplazamiento, también considerado en principio temporal, que se prolonga más tarde hacia regiones del norte del país y hacia Estados Unidos.

Dos puntos principales constituyen los lugares de destino para estos migrantes; el primero es California, en el Silicon Valley, por ejemplo, y puntos urbanos como Los Ángeles y zona de conurbación, además de otras ciudades, como Sacramento.

El segundo punto de destino y el más importante por su concentración es la ciudad de Nueva York, a lo largo de sus cinco condados (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island), después, ciudades de la zona metropolitana como Passaic y otros diversos lugares.

El Programa Bracero fue uno de los detonantes de la migración internacional en esta región y la participación de trabajadores se registra entre 1954 y 1968.

En el caso de los habitantes de la región Mixteca poblana se empezaron a tejer las redes desde el momento en el que arribaron los primeros migrantes a Nueva York, y fueron contribuyendo a la llegada de otros, facilitándoles la búsqueda de empleo, alojamiento, dinero en préstamo para el transporte y el “coyote”, información sobre la dinámica del mercado de trabajo y los pasos menos riesgosos en la frontera.

Así, se trazaron las rutas desde la Mixteca a Nueva York, pero con redes sólidas tejidas hacia algunos puntos intermedios, donde arribaban temporalmente en espera del momento para cruzar (algunos se establecieron también en ciudades fronterizas mexicanas durante varios años), o bien se desplazaron desde donde el Programa Bracero los había conducido.

El dinero conseguido a través del turno en la tanda permitía financiar el paso en la frontera y el arribo de un nuevo migrante a Nueva York, sin perder el patrimonio propio o familiar para el pago del traslado.


Se cuenta también que algunos de los administradores de las tandas en las diferentes localidades se convirtieron, más tarde, en los primeros “polleros”, luego algunos de ellos también en “coyotes”, pues en los primeros años de los setenta el “coyotaje” no era todavía una actividad importante en la región.

El caso de don Pedro, por ejemplo, un exbracero de Tulcingo, ahora radicado en la zona metropolitana de la ciudad de México, permite ilustrar que, a pesar de no participar activamente hoy día
en la migración hacia Nueva York, se encuentra inmerso en la dinámica del circuito migratorio Mixteca-Nueva York-Mixteca.

Don Pedro se dedica a transportar personas desde el aeropuerto de la ciudad de México —principal puerto de arribo y salida de los migrantes internacionales de esta región— hasta sus localidades de origen: basta una llamada telefónica desde cualquier punto del circuito, para confirmar la hora de arribo y don Pedro estará en su vehículo para llevarlo hasta su comunidad; de la misma forma lo hará desde las localidades en la Mixteca hasta el aeropuerto.

Adiós a México

La migración de hombres y mujeres hacia Estados Unidos, principalmente a Nueva York, ha fortalecido la permanencia de su cultura, como se refleja en el financiamiento de las fiestas patronales de sus pueblos de origen.

Por ejemplo, en Chinantla, Piaxtla, Tulcingo de Valle, Tehuitzingo y Chila de las Flores, los grupos de migrantes forman parte de los comités para engrandecer las festividades que se realizan cada año en honor a imágenes religiosas como la Virgen de la Asunción, San
Miguel Arcángel y el Padre Jesús.

La Virgen de la Asunción es una de las celebraciones más importantes que registra el mes de agosto en los municipios de Piaxtla y Chila de las Flores, el día mayor de la fiesta es el 15 de agosto, fiesta dedicada a la Asunción de la Santísima Virgen.

Los migrantes pagan eventos que van desde religiosos hasta populares, como jaripeos y bailes, para que en el pueblo se conserven vivas estas costumbres y tradiciones.

A decir de las autoridades municipales, en cada municipio existe un enlace con los migrantes para ser tomados en cuenta para la fiesta patronal de cada pueblo, con su ayuda se logra reforzar también la cultura mixteca en municipios donde existen grupos étnicos.
Niséforo Figueroa, expresidentes municipal de Chinantla, destacó que los migrantes no se olvidan de sus raíces y regresan a sus comunidades para retomar sus tradiciones y costumbres.

De esta manera, el dinero que ganan en Estados Unidos es destinado para construir casas en su lugar de origen, porque tienen en mente regresar después de algunos años, por eso apoyan económicamente las festividades locales y vuelven a sus comunidades.