De nada sirvió a Gerson armarse de valor y plantarse de frente en Casa Aguayo para exigir mejoras laborales para su madre que trabaja como custodia en el penal de Zacapoaxtla. Ahora anunciará que dejará sus estudios para apoyar en la economía familiar.
No le sirvió ni siquiera estudiar la Constitución mexicana para argumentar a las autoridades cómo se estaban violando los derechos laborales de su progenitora, al estar siendo explotada con 12 horas diarias, cinco días a la semana de trabajo.
Simplemente sus palabras no fueron escuchadas por nadie con poder de decisión y se perdieron en el aire al no obtener respuesta alguna, a pesar de promesas que le hicieron el pasado miércoles.
Su madre, Lucía Felicitas Galicia Hernández, trabaja desde hace nueve años en la Secretaría de Seguridad Pública Estatal como oficial custodio, pero hace mes y medio fue reasignada a dicho municipio serrano.
Anteriormente trabajó en el penal de Tepexi de Rodríguez, con un horario de trabajo de 24 horas continuas por 48 de descanso, con una compensación quincenal de 600 pesos que le servían para sus traslados.
Pero todo cambió cuando pretendió mejorar para ganar más de sus 3 mil 905 pesos quincenales al hacer la capacitación para “policía acreditable custodio”. Desde entonces fue enviada a Zacapoaxtla sin el apoyo y con el mismo sueldo.
“Tristemente he notado que mi mamá está siendo sometida a un régimen laboral inhumano, riguroso y, lo peor, sin la justa retribución pues está trabajando en una prisión de lunes a viernes hasta 12 horas diarias”, explicó en entrevista el pasado miércoles.
“Y aquí en la Constitución mexicana”, dijo al mostrar su libro que llevaba en mano, “dice que eso es ilegal”, señaló al comentar que estuvo estudiando las leyes en materia laboral para comprobar cómo el gobierno de Puebla estaba violando el reglamento de la Ley Federal del Trabajo.
“Según su talón de pago, ella gana 3 mil 905 pesos quincenales, pero sus gastos de pasaje son de 500 pesos solo por ir al penal y regresar a mi casa, si ella viniera diario gastaría 5 mil pesos.
”Lo peor del caso es que ella está pasando por una situación terrible en lo moral, económico, social y psicológico. No soy doctor ni economista, pero sé que ella está pasando esto, junto mi hermano y yo”.
Explicó que los cambios al trabajo de su madre llegaron cuando buscó mejorar al solicitar el puesto de “policía acreditable custodio”, por lo que hicieron un escrito, ya que no les querían dar el trabajo.
“Lo que hizo el secretario de Seguridad Pública, Facundo Rosas Rosas, su capricho de él fue que hicieran un escrito, entonces lo que hizo fue mandar a mi mamá al centro penitenciario de Zacapoaxtla”, dijo al señalar que vino en detrimento de su persona.
“Le dieron un horario de 12 horas diarias y en la Constitución marca que deben ser un máximo de ocho, aparte de lo que tiene que poner de su quincena para su estancia”, dijo.
"El gobernador tiene la obligación de escucharnos, él hizo una protesta a respetar la Carta Magna. Espero que el gobernador nos escuche”.
“No se sí sepa el gobernador pero quien usa todo su poder contra mi mamá es el ingeniero Facundo Rosas y tenemos miedo”, detalló Gerson.
El jovencito llegó el miércoles solamente armado con un altavoz inservible, una vieja Constitución mexicana y mucho valor, frente a la sede de la Secretaría General de Gobierno (SGG), Casa Aguayo.
El menor de escasos 14 años de edad, en lugar de estar celebrando el Día del Niño, como cualquiera, prefirió acudir a exigir de frente los derechos de su madre, solamente acompañado de su hermano Cristián Peñaloza García de 15 años.
Ahí advirtieron que tendrán que dejar la escuela —apenas en secundaria— para ayudar a su madre, si sus plegarias no son escuchadas.
Gerson llegó al recinto vestido con su mejor traje, con chaleco gris brilloso a rayas, camisa del mismo color pero más tenue y corbata negra; con nervios visibles tomó su libreta donde estaba plasmado el discurso que escribió a mano durante cuatro días.
Antes de iniciar su protesta, fue abordado constantemente por personal de la SGG, quienes trataban de convencerlo de entrar al recinto, pero él —muy determinado— les respondía: “Con mucho gusto, pero primero me manifiesto, porque es mi derecho de manifestación pacífica”.
El altavoz fue tomado por su hermano, pero a medio discurso les falló, acrecentando aún más los nervios de Gerson.
Sin embargo, este fallo no le importó y continuó leyendo a gritos, como tratando que el gobernador Rafael Moreno Valle lo escuchara, como buscando que su voz la oyera su misma mamá en Zacapoaxtla.
Fueron tan fuertes sus palabras, que en medio de su plegaria soltó en llanto, cimbrando no solo sus propios sentimientos sino de la docena de reporteros y curiosos que lo escuchaban atentos a las puertas de Casa Aguayo.
“Mi madre ha optado por dormir en los parques, dentro de una casa de campaña, para así traernos un poco más de dinero, esta situación la pone en un riesgo extremo con grandes peligros”, dijo enfático entre lágrimas, pero con determinación.
De su cabello cortado al estilo militar resbalaban pequeñas gotas de sudor y resaltaban sus venas en las sienes que demostraban el ímpetu con que enfatizaba cada una de sus palabras.
“Si en dos días no veo solución que beneficie a mamá y a nosotros, regresaré a este lugar y me veré obligado a vender dulces, paletas o algo más para que pueda ayudar económicamente a mi mamá.
”Y si toman represalias en contra de ella sometiéndola a trabajar más sin la justa retribución, me veré obligado a abandonar mis estudios junto con mi hermano, y unirnos al comercio informal”, señaló.
Finalmente, tras estar menos de media hora en charla con autoridades de la SGG, éstas le prometieron estudiar el caso como poderle dar traslado. Pero Gerson enfatizó que regresará en 48 horas si no le cumplían y este viernes lo hará para anunciar que dejará las aulas para vender dulces.