El 15 de junio de 1999 Puebla se estremeció; un sismo de 6.9 grados en la escala Richter causó graves daños a 45 monumentos históricos catalogados como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Hoy, a 17 años de dicha eventualidad, aún continúan plasmadas entre los muros las memorias del temblor que azotó a la ciudad de Puebla.
En el marco del 17 aniversario de dicho acontecimiento, Eduardo Ismael Hernández, investigador de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), advirtió sobre la posibilidad de que se presente un nuevo sismo de la misma magnitud.
Refirió que se han realizado varios estudios que muestran que Puebla es un estado con una “sismicidad recurrente”.
Detalló que como el sismo de 1999, han ocurrido otros. “Estadísticas demuestran que sismos importantes datan de 1928, con un registro de 6.5 grados; otro en 1937, con una magnitud de 7.3 grados; uno más en 1945, con magnitud de 6.5 en la escala Richter; otro registrado en 1959, con 6.8 grados de sismicidad”, dijo.
Aunado a ello, indicó que la frecuencia con la cual se registran estos hechos debe ser una alerta para los investigadores a hacer estudios de peligro sísmico y a determinar una tasa de recurrencia sísmica con vías a brindar mayor información que coadyuve en la cultura de la prevención.
Por ello, informó que la UPAEP ha desarrollado una serie de investigaciones a partir de la experiencia que dejó el sismo de 1999.
A su vez, Gerardo López Árciga, catedrático de la Facultad de Ingeniería Civil, explicó que la UPAEP ha trabajado en la mitigación del riesgo ante los sismos.
Una de las acciones que ha implementado esta casa de estudios es la creación de una red de instrumentación formada por cuatro estaciones sísmicas que proveen información útil.
Además, se han emprendido estudios de microzonificación sísmica para la ciudad de Puebla, así como estudios dedicados a la estimación del peligro sísmico que es una forma de ver el nivel de actividad sísmica esperado para eventos como el que ocurrió en 1999, explicó el académico.
Consideró que urge una actualización del reglamento de construcción del municipio de Puebla, ya que este último fue revisado en 1999, a partir del sismo, y no ha sido objeto de nuevas categorizaciones.
“La regularidad de los sismos debería ser un dato que se tenga presente en la población, para que no se nos olvide que Puebla está asentada en suelos sísmicos”.
Recuento de los daños
El sismo sacudió por 45 segundos al estado de Puebla y fue suficiente para dejar daños que alcanzaron más de 200 millones de pesos.
Según fuentes oficiales, iglesias como: la Compañía, San Agustín, Santa Ana, San Jerónimo, así como edificios públicos como el Palacio Municipal y el Carolino, se vieron afectados por el temblor. A la fecha, todos estos han sido restaurados y poco queda de aquello que fue una tragedia para la historia de la ciudad.
La iglesia de San Agustín, una de las construcciones que resultó más dañada, se comenzó a construir en 1650. Así también, la Catedral metropolitana fue afectada, esta se construyó en 1536.
Las afectaciones a la Catedral fueron: grietas en la nave principal, bóvedas y arcos; daños en las ventanas. La cúpula principal presentó fractura en el tambor de proyección ascendente y degollamiento en figuras ornamentales; además, en el Sagrario metropolitano hubo desprendimiento de aplanados y humedades.
El Palacio Municipal, edificio que integra la influencia de la arquitectura europea de finales del siglo XIX, fue uno de los inmuebles que más resintió el temblor. Sufrió daños en el pretil posterior de la azotea, el tercer piso se desprendió y calló sobre la loza del pasillo.