A escasas horas del inicio del cónclave, al que asistirán más de 30 delegaciones de países industrializados y emergentes, la presidencia francesa modificó en tres ocasiones el programa de la reunión para tratar de encauzar la situación generada por el inesperado anuncio.
El presidente Nicolas Sarkozy, anfitrión de la cumbre, se reunió esta tarde con la canciller federal alemana Angela Merkel y los principales representantes de la zona euro y la Unión Europea para analizar el nuevo escenario de crisis en la región tras la decisión de Grecia.
Posteriormente, Sarkozy tenía previsto mantener un segundo encuentro privado -organizado en las últimas horas- con la canciller alemana y el primer ministro griego Yorgos Papandreu.
“Estamos en la total improvisación. Este no era el escenario previsto al inicio de la presidencia francesa (del G-20). No estamos tratando los temas previstos”, comentó a un consejero de la cancillería de Francia que pidió el anonimato.
A última hora de este miércoles, la presidencia francesa convocó a una nueva reunión extraordinaria para mañana jueves a fin de debatir con socios como Italia y España, así como representantes de la Unión Europea (UE), la situación creada por la decisión de Grecia.
Previo al anuncio del referéndum griego, la agenda de la cumbre estaba marcada por la reforma del sistema financiero internacional, el mercado de divisas, los flujos de capital y la creación de una tasa sobre transacciones financieras, entre otros temas.
El cónclave, al que asistirán líderes como los presidentes Felipe Calderón, de México, Hu Jintao, de China; y Barack Obama, de Estados Unidos, entre otros, comenzará mañana oficialmente y concluirá el próximo viernes con una rueda de prensa del mandatario francés.
En el encuentro participarán los 20 jefes de Estado o de gobierno del grupo, así como los gobernantes de otras naciones invitadas y representantes de las instituciones financieras internacionales.
De acuerdo con fuentes de la cancillería francesa, la cumbre tendrá un costo de 20 millones de euros (unos 27 millones de dólares) y asistirán más de seis mil personas, entre delegados y unos tres mil periodistas de todo el mundo.
La reunión se celebra bajo un amplio dispositivo de seguridad, compuesto por 12 mil agentes de policía y militares, así como agentes expertos en lucha antiterrorista que han convertido a Cannes en una ciudad desierta, casi fantasma.
Toda la zona de la bahía y las calles adyacentes fueron cerradas mediante barreras metálicas y su acceso restringido severamente, sobre todo en la zona hotelera que da a la célebre avenida de la Croisette, en la que se hospeda la mayoría de los dirigentes.
Incluso los habitantes del famoso puerto de la Costa Azul deben portar gafete para poder acceder a sus viviendas o negocios.
El fuerte dispositivo ha sido diseñado para tratar de contrarrestar eventuales atentados terroristas o manifestaciones de globalifóbicos.
Varios centenares de globalifóbicos se encuentran concentrados a unos 40 kilómetros, en la vecina ciudad de Niza, donde se manifestaron pacíficamente la víspera.
Mañana jueves está prevista una manifestación en las inmediaciones del cercano Principado de Mónaco, considerado durante años como un paraíso fiscal.