La terrible combinación de movimiento sísmico y posterior tsunami que asoló Japón en marzo también tuvo importantes y devastadores efectos en un lugar tan lejano como la Antártida.

Así lo demuestran fotografías satélite realizadas por la NASA y que permiten comprobar cómo parte de la costa del continente helado quedó desprendida tras el terremoto. Y aún hay más.

Un terremoto de 9.0 de intensidad en la escala Richter producido a una profudidad de más de 20 kilómetros al noreste de Japón puede tener efectos de una gran magnitud en un lugar tan alejado como la Antártida.

El efecto onda del tsunami azota las costas heladas de ese continente austral provocando que se desgajen partes de la misma creando diversos icebergs, alguno de ellos del tamaño de la isla de Manhattan.

Pasadas 18 horas del terremoto las ondas sísmicas han atravesado medio mundo azotando la placa helada Sulzberger, a casi 14.000 kilómetros de distancia ocasionando desprendimientos de esa costa helada con algunos fragmentos de más de 70 kilómetros cuadrados.

Las olas del tsunami tras el terremoto de Honshu, al llegar a la Antártida, medirían sólo unos 30 centímetros de altura (según los modelos de propagación), pero la plataforma helada que las recibió se fracturó. Se formaron grandes trozos de hielo flotantes, el mayor de unos 6,5 por 9,5 kilómetros con un grosor de unos 80 metros que se aprecian en las imágenes captadas por el radar del Envisat.

"El tsunami de Honshu cruzó el pacífico en poco más de 18 horas y afectó a la plataforma helada de Sulzberger provocando la ruptura de 125 kilómetros cuadrados de hielo en el frente de la misma, que había permanecido estable durante más de 46 años", escriben Brunt y sus colegas en Journal of Glacilogy. La llegada del tsunami a la Antártida fue registrada, por ejemplo, en el mar de Ross por mareógrafos instalados por los neozelandeses, añaden. Los investigadores han podido comprobar el efecto de las olas en esa región del continente blanco gracias a imágenes previas al terremoto -o a la llegada del tsunami al mar de Ross- y después tomadas con el radar del Envisat, que ve a través de las capas de nubes que pueda haber.

En los primeros registros del satélite tras la llegada del tsunami a la Antártida de Honshu a la Antártida (el 12 de marzo) se aprecia claramente que se ha fracturado el frente de la plataforma helada y se ha formado un iceberg de unos 10x6 kilómetros, explican los investigadores. Al día siguiente se distingue ya la separación de otro trozo de hielo, más pequeño que el primero, de unos 7x4 kilómetros. En esos días se rompió una superficie total helada superior a los 125 kilómetros cuadrados, incluidos estos dos icebergs grandes y otros fragmentos menores.

"Este hallazgo en la Antártida demuestra que las observaciones desde satélite son esenciales para comprender los mecanismos y los efectos asociados a los desastres naturales", recuerda Henri Laur, responsable de la misión Envisat en un comunicado de la ESA.