La reciente imposición de aranceles del 25% por parte del presidente Donald Trump a las importaciones de automóviles ha llevado a Nissan México a suspender la venta en Estados Unidos de dos modelos de SUVs Infiniti fabricados en Aguascalientes.
La compañía japonesa anunció que detendrá nuevos pedidos de los modelos QX50 y QX55 producidos en dicha planta.
Además, Nissan decidió mantener la producción del modelo Rogue en su planta de Smyrna, Tennessee, revirtiendo parcialmente un plan previamente anunciado de reducir la producción como parte de una amplia reestructuración del negocio.
La industria automotriz en México enfrenta desafíos adicionales debido a que aproximadamente el 50% de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos no están registradas en el T-MEC y utilizan los beneficios de la OMC.
El gobierno mexicano busca motivar a más empresas a cumplir con los requisitos del T-MEC para evitar los aranceles, aunque sectores como el automotriz enfrentan dificultades debido a su dependencia de insumos de países como China y Taiwán.
Otras compañías automotrices también están ajustando sus operaciones en respuesta a los aranceles.
General Motors planea trasladar más producción de sus camionetas ligeras Chevrolet Silverado y GMC Sierra a su planta en Fort Wayne, Indiana, lo que resultará en la creación de 225 a 250 nuevos empleos.
Stellantis, propietaria de Chrysler, planea incentivar las ventas ofreciendo precios a nivel de empleados en muchos modelos, reflejando una iniciativa similar de Ford.
Estas decisiones reflejan la compleja situación que enfrentan las automotrices para adaptarse a las nuevas políticas comerciales y minimizar el impacto financiero de los aranceles en sus operaciones y estrategias de mercado.