Al recorrer el rancho “El Papalote”, en Ciudad Mante, Tamaulipas, donde el grupo criminal de Los Zetas incineraba y disolvía a sus víctimas, el subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, calificó el sitio como “una de las cocinas más grandes del estado para deshacer cuerpos”.
El funcionario refrendó el respaldo del Gobierno federal a familiares de desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico, que inició en 2006, para brindar acompañamiento continuo en la búsqueda de sus víctimas.
De acuerdo con varias organizaciones de víctimas de desaparecidos, tienen localizados al menos 47 lugares que pudieron ser utilizados como “cocinas” por el crimen organizado, los cuales se ubican entre los límites de Tamaulipas y San Luis Potosí.
Encinas Rodríguez insistió en que la administración del Presidente López Obrador propone investigar y ayudar a familiares de desaparecidos con una búsqueda a fondo.
El predio recorrido por el subsecretario de Gobernación es del tamaño de dos campos de fútbol, el cual habría sido usado por Los Zetas para quemar en tambos de 200 litros, a cientos de personas y reducirlas a cenizas.
Los delincuentes quemaban los cadáveres con diésel y leña durante horas; después, los retos eran arrojados a un río cercano que dispersó los restos.
Durante el acompañamiento al funcionario de Segob, Graciela Pérez, madre de la joven Milinaly, desaparecida en 2012, dijo a Encinas que los gobiernos anteriores dejaron pasar tiempo valiosa.
“El problema no es hallar los huesos sino su identificación, pues una vez que se entregan los restos localizados a la Fiscalía General, éstos no son identificados, ni contrastados con perfiles genéticos”, finalizó la señora.