Familiares de personas desaparecidas han expresado su indignación y frustración tras una visita al rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, al considerar que la intervención de las autoridades fue un "circo", una "farsa" y una "burla" hacia su dolor y búsqueda de justicia.

El rancho Izaguirre, asegurado por la Guardia Nacional en septiembre de 2024, ha sido señalado como un centro de actividades delictivas vinculadas al crimen organizado, incluyendo la existencia de crematorios clandestinos y fosas comunes.

El 20 de marzo colectivos de búsqueda fueron invitados a recorrer el predio. Sin embargo, al llegar, se encontraron con restricciones que limitaban su acceso a un pasillo específico, impidiéndoles explorar a fondo el área en busca de indicios de sus seres queridos. Una de las buscadoras expresó su descontento: "Nos están pasando a un museo... Esto no sirve para nosotros como madres. Buscamos a nuestros hijos, y venir a ver un museo, no se vale".

Además, las madres denunciaron la falta de información y coordinación por parte de las autoridades. Señalaron que no hubo presencia de fiscales que pudieran brindarles detalles sobre las investigaciones en curso, lo que aumentó su sensación de abandono y desamparo. Nancy Ochoa, madre buscadora de Nayarit, expresó: "Nos sentimos insultados por el gobierno. Esperábamos ver gente trabajando, buscando pruebas, pero no hay nada. Es un circo".

La situación se agravó cuando algunas madres fueron abandonadas en el municipio de Teuchitlán por elementos de la Fiscalía General de la República (FGR) mientras se dirigían al rancho. Tras detenerse para utilizar el baño, las mujeres encontraron que el convoy había partido sin ellas, obligándolas a solicitar ayuda a la policía municipal para llegar a su destino. El colectivo Luz de Esperanza calificó este acto como "un abuso de autoridad y un desdén a las familias".

Las madres buscadoras también acusaron a las autoridades de manipular la escena del crimen, alegando que el lugar había sido "pintado, arreglado y barrido", lo que podría comprometer la integridad de las evidencias. Patricia Sotelo, quien lleva cuatro años buscando a su hija Fanny Areli, lamentó: "Es un circo, una burla para nuestro dolor".

Este incidente refleja la profunda desconfianza y el sentimiento de abandono que prevalece entre los familiares de las víctimas, quienes continúan exigiendo justicia y respuestas claras por parte de las autoridades.