La vida del debate feneció con las preguntas bizarras y un formato anquilosado. Con una producción parca y una moderación superada por la propia competencia del debate, en el esperado ring democrático no hubo ni vencedores ni vencidos, solamente tele-espectadores amodorrados.
Lo que se esperaba que fuera un ejercicio democrático, de propuestas, con intervenciones inteligentes de los candidatos a la alcaldía, encalló ante el escenario cómodo y las preguntas a modo, que volvieron el debate un memorama de propuestas y de los discursos de campaña.
Las preguntas “a modo” salvaron a los candidatos de exponer su destreza mental y su capacidad para responder preguntas inéditas. Lo que el debate ganó en orden y lo que los equipos de campaña pudieron festejar como “civilidad” se perdió en agilidad y en sorpresa.
Los candidatos a la alcaldía de Puebla, entrampados entre acusaciones durante la campaña, se olvidaron de sus acusaciones y frente a las cámaras de televisión se portaron como mansos corderitos y posaron para las fotos del álbum de la campaña.
Las acusaciones y las denostaciones de la guerra “sucia” entre los candidatos de la coalición 5 de Mayo y Puebla Unida se guardaron para una mejor ocasión.
Los candidatos se cuidaron. No se esforzaron. Memorizaron las preguntas y las respondieron para cuidar los puntos de sus encuestas. Y con porras verbales y porras tuiteras, los candidatos se dedicaron a buscar ganar el posdebate.
Frente a los micrófonos y las cámaras, desde sus atriles transparentes, Enrique Agüera Ibáñez, Tony Gali Fayad y Miguel Ángel Ceballos López, los candidatos a la alcaldía de la ciudad, pusieron su mejor cara y rescataron su lista de propuestas, que han coreado en los mitines de la campaña electoral.
Ni Gali ni Agüera aprovecharon el debate para señalar sus diferencias ni resaltar los cuestionamientos que han lanzado en diversos medios de comunicación, en su lluvia de volantes nocturnos que ensucian la ciudad, por el contrario, los candidatos a la alcaldía prefirieron concentrarse en presentar su lista de promesas.
Minutos antes de iniciar el debate, en el lobby del Hotel Camino Real, los candidatos Enrique Agüera Ibáñez y Tony Gali Fayad se saludaron diplomáticamente, también se saludaron con el candidato del Partido del Trabajo, Miguel Ángel Ceballos López.
Desde las 18 horas empezaron a llegar los seguidores de Enrique Agüera Ibáñez al debate. En las inmediaciones del Hotel Camino Real de La Vista se estacionaron camiones y microbuses. Los seguidores de Agüera eran colonos del sur de la ciudad y estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla.
La “marea roja” se apostó en las inmediaciones del hotel. Mujeres con sus hijos, vestidas con playeras rojas con el nombre del candidato de la coalición 5 de Mayo, también camionetas con la publicidad móvil del candidato de la coalición 5 de Mayo, presumiendo el rostro del candidato priista.
Un trailer con publicidad del candidato Enrique Agüera Ibáñez y detrás de él una minicamioneta con estampas del candidato priista.
Los simpatizantes de Agüera cobijaron a su candidato. Pintaron con sus banderas rojas el ingreso al Hotel Camino Real de La Vista.
A las 19:30 horas, una vez que inició el debate, los seguidores de Enrique Agüera Ibáñez lanzaban porras y con aplaudidores se animaban entre sí.
Con cartulinas, que al final del debate tiraron a la calle, los colonos del sur de la ciudad le expresaron su respaldo al candidato de la coalición PRI-PVEM.
La llegada de los simpatizantes de Enrique Agüera Ibáñez, que circundaron el Hotel Camino Real de La Vista, superó los acuerdos tomados entre los candidatos para que únicamente se presentaran en la sede del debate los candidatos y un reducido número de acompañantes.
Los candidatos aprovecharon el debate para bosquejar su ciudad de las promesas con la que sueñan. Cada uno se presentó como el mejor y evitó criticar a sus oponentes.
En el lobby del hotel, algunos políticos como el dirigente estatal del Partido Verde Ecologista, Juan Carlos Natale López, seguían el debate con su tableta digital.
Otros políticos intentaron habilitar una de las televisiones del bar para observar el debate, conectando su dispositivo digital, pero se resignaron a mirar el debate a través de su I pad. En salones anexos, los equipos de Enrique Agüera y Tony Gali seguían el debate mientras que un puñado de asistentes del profe Ceballos en los sillones del lobby del hotel escuchaban las propuestas del debate.
A las 20 horas aparecieron los seguidores de Tony Gali, superados en número por los seguidores de Enrique Agüera Ibáñez, que llegaron transportados en microbuses y uniformados con playeras rojas, los jóvenes simpatizantes se colocaron en el centro comercial anexo. Algunas banderas de la gente de Gali Fayad, naranjas y azules, fueron ondeadas.
El entusiasmo de los seguidores de Gali contrastó con sus adversarios rojos. “Los jóvenes con Tony, los jóvenes con Tony, los jóvenes con Tony”, gritaba el compacto grupo de seguidores de Tony Gali Fayad.
Apostados afuera del estacionamiento del centro comercial, los seguidores del candidato multialiancista se movieron hacia una escalera eléctrica. Aunque no eran muchos, lucían mucho más ordenados. Frente a su disminución numérica, los seguidores de Gali optaron por la referencia a sus oponentes: “No somos acarreados, no somos acarreados, no somos acarreados, no somos acarreados”.
El grito jubiloso de los seguidores de Gali prendió a los seguidores de Agüera, quienes les respondieron lanzándole porras a Agüera, el candidato priista.
Los extrovertidos seguidores de Gali se engallaron y avanzaron unos cuantos metros hasta alcanzar la zona limítrofe, donde se encontraban los seguidores de Enrique Agüera Ibáñez.
La porra de Agüera, compuesta por algunos adolescentes universitarios con playera del candidato priista y de mujeres que llevaban a sus niños, se encontraba en una posición privilegiada frente a la entrada principal del Hotel Camino Real.
La porra de Agüera contuvo el movimiento de la porra de Gali y prácticamente la envolvió. Los seguidores de Gali llevaron una camioneta desde la que se escuchaba el debate y cada vez que su candidato, Tony Gali Fayad, decía algo, los jóvenes de Gali aplaudían y gritaban. Cuando al “profe” Ceballos o a Enrique Agüera Ibáñez le tocaba hablar, sencillamente le bajaban al volumen.
Con tambores y aplaudidores, los seguidores de Enrique Agüera se reforzaron. Ambos grupos lanzaban porras a sus candidatos y los porristas de ambos bandos parecían no cansarse.
Minutos antes de terminar el debate, los seguidores de Agüera y de Gali tomaron el lobby del hotel. Ambos grupos se acomodaron frente a la escaleras de uno de los pasillos, que conducía hacia donde se había desarrollado el debate.
“Tony presidente, Tony presidente, Tony presidente”, gritaron los seguidores de Tony. “Agüera, Agüera, Agüera, Agüera”, respondieron los seguidores de Agüera, opacando con el ruido a sus adversarios. “Goya, Gooya, cachún cachún ra ra, cachún cachún ra ra, universidad”, remataron los seguidores de Agüera.
Los ánimos se caldearon. Unos a otros se gritaban porras. La seguridad del hotel se mostraba molesta. Los operadores de ambos grupos intentaron desmovilizar a los gritones de ambos grupos.
Apareció el coordinador del equipo de Agüera, Jaime Alcántar Silva, acompañado de Fernando Manzanilla, coordinador de Gali, solicitando a los porristas dejar los gritos y las porras.
Agüera y Gali salieron por puertas laterales. Los grupos de ambos candidatos abandonaron el lobby entre porras y gritos. Una vez que el lobby estaba despejado, apareció por el pasillo el candidato del Partido del Trabajo (PT), Miguel Ángel Ceballos López, lo esperaban algunos de sus colaboradores.
Rafael Micalco, Erick Cotoñete y Gerardo Islas aparecieron por otro pasillo, sonrientes, como si hubieran hecho alguna travesura.
Todos se dijeron ganadores del debate, todos dijeron haber presentado las mejores propuestas. Pero nada había cambiado.