Con esta entrega iniciamos un espacio analítico de Política 2.0, aquella que, a diferencia de la tradicional, se genera desde la intimidad ciudadana y que a través de las redes sociales se convierte en el contrapeso del poder.
Y fue así que la semana pasada nos enteramos del bochornoso caso del Hospital de la Mujer de Tehuacán. Bastó que un video —donde se muestra a una mujer dando a luz en el lobby del moderno nosocomio de la Secretaría de Salud— apareciera en YouTube para convertirse en un escándalo de dimensiones globales.
Fue sin duda un tehuacanazo al estilo 2.0 para el gobierno morenovallista, que no tuvo más remedio que cesar al director de hospital, José Hassan Chalini.
Pero cabe precisar que el “fulminante” despido fue “por no informar oportunamente del incidente” (sic).
La pregunta surge. De haber informado oportunamente, ¿el doctor Hassan aún seguiría en el cargo? En defensa del doctor Hassan, podríamos argumentar que no cuenta con los formatos para “Reporte oportuno de incidentes” que le exige la administración del Señor de los Cerros; y, en este caso, el responsable sería el director de Planeación en Salud, Felipe Sandoval, quien en los tres años que lleva en el puesto no ha tenido tiempo para diseñar y distribuir los “Formatos para reporte oportuno de incidentes”.
Se destapa la cloaca
Más allá del caso de negligencia médica que las autoridades federales investigarán y en su caso sancionarán, el tehuacanazo de YouTube destapó la “cloaca” que existe por la voracidad de las autoridades de Salud y del Seguro Popular.
La orden morenovallista fue precisa: Hay que afiliar al mayor número posible de poblanos, familias enteras, al Seguro Popular. El mandato fue acatado a carta cabal, pero las consecuencias empiezan a saltar.
No se calculó si la infraestructura hospitalaria y capacidad instalada que existe en la entidad era la suficiente para atender a la población con estándares de calidad y calidez.
Por ello es que el Hospital de la Mujer en Puebla ingresa todo el número disponible de mujeres en trabajo de parto, aunque no se les pueda atender.
En ocasiones, no una, sino hasta dos ambulancias colectivas salen por la puerta de atrás del Hospital de la Mujer, media docena en cada ambulancia, para trasladarles al Hospital Universitario.
Aquí surge una pregunta: ¿Por qué no, por un sistema de domicialización, estos pacientes acuden directamente a hospitales como el Universitario o el de la Cruz Roja?
No, de lo que se trata es que el Hospital Universitario facture a Servicios de Salud el cobro de esta atención y, a su vez, Servicios de Salud cobre al Seguro Popular a precios exorbitantes y costos inflados de medicamentos e insumos.
Esto está provocando congestionamiento de los hospitales de la Secretaría de Salud, que además carecen del personal suficiente, de ahí que ocurran estos y otros casos como “banquetazos”, “taxicazos”, “camazos” o “camillazos”, cuando la paciente tiene su parto en la banqueta del hospital, en el asiento trasero de un taxi o en la cama o camilla del hospital, y existen hasta casos de “cubetazos”, cuando el bebé cae en una de las cubetas de la congestionada sala de partos.
No cabe duda, una vez más la demanda superó la oferta, en detrimento en los que creyeron en el Seguro Popular.