La ausencia del gobernador Rafael Moreno Valle le permitió a Eduardo Rivera Pérez, en su tercer informe, lucirse.

Sin la sombra del gobernador el alcalde de Puebla rindió relajado, sonriente y hasta con chascarillos al vuelo, su tercer informe de gobierno.

La convocatoria al informe de Rivera fue plural aunque impregnada de panismo.

El informe se tiñó de blanquiazul: Ernesto Cordero Ahumada, Josefina Vázquez Mota, Juan Carlos Oliva Ramírez, exgobernador de Guanajuanto y candidateable a la dirigencia nacional del PAN, así como la secretaria del CEN blanquiazul, Cecilia Romero. Y panistas como Marco Adame.

Con el cobijo del panismo de raigambre, Rivera se explayó a sus anchas disertando sobre la eficiencia, transparencia y finanzas sanas de un gobierno de cuño panista.

Rivera Pérez resaltó los valores de la derecha tradicional, como el respeto a la unidad familiar.

“Como humanista, colocamos a la familia en el centro de nuestro quehacer”. 

Las reminiscencias espirituales no faltaron en su camino durante el trienio.

“En la familia inicia la solución de los problemas del país”, centró su discurso Rivera Pérez en los valores familiares como alternativa política.

Al final de los datos duros, Rivera Pérez recordó que al inicio de su administración le pidió a Dios salud para él y para sus colaboradores.

Rivera mostró su cobijo blanquiazul: Oliva, Cordero y Vázquez Mota.

Y también reunió a Manzanilla Prieto y a Mondragón Quintana, antípodas del poder estatal en turno.

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Entre los invitados al informe se hallaba el exsecretario de Gobierno Fernando Manzanilla Prieto, diputado electo que dimitió a su cargo.

El exintegrante de la burbuja morenovallista fue elogioso con Rivera Pérez en comentarios que vertió a los medios de comunicación.

Luego de saludar al coordinador de los senadores Ernesto Cordero y al exgobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, Manzanilla Prieto se retiró despidiéndose de Liliana Ortiz, esposa del alcalde.

Otro convidado que retornó a Puebla ex profeso para el informe de Rivera Pérez fue el exdirigente estatal del PAN, Juan Carlos Mondragón Quintana.

Mondragón Quintana, de sabático intelectual en Boston, saludó a panistas, al alcalde y a sus colaboradores.

El diputado local suplente se movió como pez en el agua en el informe de Rivera Pérez mostrando que sus bonos no han bajado en el panismo hard core poblano ni tampoco en la apreciación del panismo nacional.

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De manera alegórica, Rivera Pérez aludió a las acechanzas políticas de su trienio en el Charlie Hall.

“A pesar de las piedras en el camino, termino pleno y en paz”, afirmó sonriendo el alcalde de la ciudad de Puebla, Eduardo Rivera Pérez.
Rivera agradeció a Dios:

“Le pedí salud para mí y para mi equipo. De mi gabinete están todos vivitos y coleando”; la referencia a los cambios frecuentes en el gabinete estatal no pasó inadvertida para la clase política que escuchaba el informe de Rivera Pérez.

“A mí me dio salud a manos llenas”, dijo Rivera Pérez cuando parecía que su sonrisa se volvería una sonora carcajada.

Al alcalde casi se le veía feliz ante un auditorio lleno.

De manera relajada, Rivera Pérez se dirigió hacia sus invitados.

Y se dio tiempo para realizar alguna cita musical: “Qué razón tenía, Rafael Hernández, ‘El Jibarito’: Qué chula es Puebla”.

Y el alcalde hasta citó un clásico dicho sobre los poblanos.

“Tres cosas come el poblano: cerdo, cochino y marrano”, para aludir al rastro TIF certificado y a continuación pasa al crecimiento en materia turística de la ciudad.

Pero Rivera Pérez también se dio tiempo para advertir sobre los eventuales ataques políticos al término de su gobierno: “Estaremos atentos a los informes naturales que se hagan a nuestro gobierno y responderemos con la fuerza de la inteligencia”.

Otra diferencia que marcó Rivera Pérez fue la presentación de su declaración patrimonial y de sus colaboradores.

Información que se actualiza constantemente y se hace pública.

“La honestidad paga y paga bien”, sentencia Rivera en ese estilo old fashioned de orador que bien cala entre sus invitados.

Rivera no quiso dejar de lado que el triunfo de Gali Fayad es muestra de la ratificación de los ciudadanos de Puebla a su gobierno municipal.

“La elección pasada los ciudadanos eligieron por darle continuidad al rumbo que se lleva”.

De nuevo Rivera Pérez sonríe levemente. Y parece que quiere repetir la frase con picardía.  

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“Te queremos Lalo, te queremos”

A 10 días de su informe, Rivera Pérez recibió las salutaciones de sus colaboradores, amigos y habitantes de la ciudad de Puebla.

El informe se impregnó de los valores que tradicionalmente ha enarbolado el panismo del siglo pasado: honestidad, respeto a la familia y un manejo prudente de los recursos públicos.

El alcalde se mezcló entre los invitados y los saludó de manera personal caminando hacia la explanada del auditorio del Complejo Cultural Universitario (CCU).

Algo notable en el acto fue la cercanía del alcalde Rivera Pérez con los ciudadanos.

En el amplio auditorio del Complejo Cultural, habitantes de las colonias y las juntas auxiliares y ciudadanos de a pie escucharon el tercer informe de Rivera Pérez.

En su discurso, el alcalde se refirió de manera directa a los problemas que resolvió en distintas colonias y aludió a los habitantes de la ciudad presentes en el informe.

En la primera fila, junto a la familia de Rivera Pérez, se hallaba el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, a quien mencionó en sus presentaciones. Pero también se hallaban líderes de otras religiones, como el pastor Javier Hermoso, representante de la Alianza de Pastores.

Los sentimientos afloraron en la parte final de su discurso. Rivera Pérez se dirigió a su familia.

La cámara enfocó a sus hijos: Eduardo, Ilse y José Eduardo.

A su esposa Liliana Ortiz le agradeció su trabajo en el DIF municipal.

“Unidos empezamos y unidos terminamos”, señala con orgullo Rivera, en otra de las peticiones que le hizo a Dios el alcalde al inicio de su trienio.

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La ausencia del gobernador Moreno Valle no abatió ni deslució el acto de rendición de cuentas del edil de la ciudad de Puebla.

Las porras se escucharon en el auditorio del Complejo Cultural Universitario.

En varias ocasiones sus invitados ovacionaron al alcalde.

Y por momentos, al término del acto protocolario, hasta un grupo de sus allegados y seguidores coreó un tímido y luego entusiasta: “Lalo, gobernador”.

En especial cuando se refirió a que no dejaría, como en otras administraciones, deuda pública sino un excedente de 340 millones de pesos.

En la sección de exalcaldes se hallaba Enrique Doger Guerrero, que le dio seguimiento puntual al informe desde su cuenta de Twitter; el primer alcalde panista, Gabriel Hinojosa Rivero, y el priista Marco Antonio Rojas. También se encontraba en el recinto Luis Paredes Moctezuma.

El alcalde en su tercer informe de gobierno dejó las posturas tensas y disertó durante una hora la manera cómo, en su juicio, le ha cambiado el rostro a Puebla.

Rivera presentó el humanismo de su gobierno como el emblema ideológico de su administración.

Además, compaginó en los datos las obras que realizó en juntas auxiliares y colonias de la ciudad, como la construcción de canchas y albercas, como mecanismos para recomponer el tejido social.

En otro mensaje en el que el alcalde quiso cifra la identidad de su gobierno fue la referencia a la transparencia en su gobierno, signo que también lo desmarcó de las acciones de su homólogo estatal: “La transparencia como convicción y no como obligación”