El último adiós a José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo no sólo cimbró en las más altas esferas políticas de Puebla, sino en los sentimientos de más de 5 mil personas que acudieron a su sepelio en San Bernardino Chalchihuapan.

Más allá de lo político, los moradores de esta comunidad —enclavada en medio de Puebla y Atlixco y de decenas de localidades aledañas— acudieron con el corazón rotó a despedir los restos mortales.

A este pequeño de 13 años de edad sus compañeros de la escuela secundaria Ricardo Flores Magón lo tenían considerado como “el mero mero” en las calificaciones. Simplemente, era el aplicado del salón.

Por eso sus amigos se organizaron solos, sin que nadie se los pidiera o los coordinara, ni siquiera con maestros de por medio, todos juntos llegaron con su uniforme de escuela para darle el último adiós, como ellos lo saben hacer, con los toques de su banda de guerra.

Algunos de sus compañeros platicaron con Intolerancia Diario y contaron que José Luis era muy querido en la escuela, por lo mismo nunca dudaron en despedirlo con redobles de tambor.

Incluso, entre risas —aunque con pocas palabras, muy característico en jovencitos de su edad y sobre todo ante un extraño—, señalaron que su compañero tenia de promedio 9.5 de calificación, por lo que era admirado.

Esta admiración no sólo era producto de su dedicación al estudio, sino de que además su tiempo libre lo invertía trabajando en el campo como jornalero, ayudando a su madre, Elia Tamayo.

Por este trabajo de cosecha o siembre no ganaba un solo peso, simplemente ayudaba a su progenitora para que acabara más rápido.
Justamente el 9 de julio fatídico ya había salido de la escuela, contaron los niños, sin dejar de mirarse unos, como buscando la aprobación de contar algunos detalles al extraño.

Así fue como recordaron que se dirigía aquel día, junto con su madre, al campo a trabajar, como lo hacía todos los días de cosecha de maíz y como lo había hecho en las últimas semanas.

Por eso dijeron que no portaba su uniforme, porque ya había ido a su casa a ponerse la ropa para trabajo, pero desafortunadamente se topó con la manifestación que a la postre le cortaría su vida.

En esta manifestación donde exigían el regreso del Registro Civil a la comunidad había muchos conocidos, entre vecinos, amigos y compañeros. Nunca pensó que acabara en una batalla campal contra los policías.

Ahora sus amigos dicen que van a extrañar al amigo José Luis, al asegurar que lo respetaban tanto que no tenía apodos, contrario a lo que algunos medios de comunicación señalaron, simplemente era José Luis.

Van a extrañar sus cascaritas de futbol en los recesos, donde se destacaba por ser el goleador a quien todos querían en su equipo.
Extrañarán que siempre se ponía un nombre de algún jugador de su equipo favorito, las Chivas de Guadalajara, cuando jugaba futbol, y que a algunos hasta los ayudaba en los exámenes pasándoles algunas respuestas.

José Luis Tehuatlie Tamayo se ganó no sólo el corazón de su pueblo a sus escasos 13 años de edad, sino ahora es estandarte de una lucha en la que jamás pensó siquiera participar.

Ahora yace a unos cuantos metros de la autopista, donde empezó todo, justamente hace dos semanas, y muy cerca de los campos de cultivo donde luchó por su familia.

El perfil
José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo
13 años de edad
Alumno de la escuela Ricardo Flores Magón
Cursaba el tercer año de la secundaría
Era subjefe del salón
Era “el mero-mero” del salón en calificaciones
9.5 en promedio de calificación
1.50 metros de altura
Le encantaba jugar futbol, en cascaritas durante el receso
Delantero goleador de su escuela en estas cascaritas
Las Chivas del Guadalajara, su equipo favorito