El equipo QuetzalC++ del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) obtuvo el primer lugar en la categoría de “Drones Autónomos Nivel Avanzados” en el Torneo Mexicano de Robótica, que se realizó en la Ciudad de México hace unos días.

El equipo está integrado por siete estudiantes. Cuatro de ellos de Ingeniería en Mecatrónica, del Instituto Tecnológico Superior de Atlixco (ITSA), se encuentran realizando tesis de licenciatura en el laboratorio de robótica del INAOE, y anteriormente participaron en octubre de 2016 en la International Micro Air Vehicle Conference and Competition (IMAV), que se efectuó en Beijing, China, en donde lograron un segundo lugar en la categoría de interiores.

Al equipo se unieron un estudiante de maestría y una alumna de doctorado, ambos del programa de posgrado en Ciencias Computacionales del INAOE.

Los nombres de los estudiantes son: Leticia Oyuki Rojas Pérez, Roberto Munguía Silva, Aldrich Cabrera Ponce y Cristian Cruz Domínguez, estudiantes del ITSA y tesistas de licenciatura en el INAOE; René Parlange Chavarría, estudiante de la Maestría en Ciencias Computacionales en el INAOE, y Berenice Rodríguez Pedroza, estudiante de doctorado en Ciencias Computacionales del INAOE.

En entrevista, José Martínez Carranza, investigador de la Coordinación de Ciencias Computacionales del INAOE y líder del equipo, comentó que esta es la primera vez que se organiza una competencia de drones genuinamente autónomos en nuestro país.

No se trató de un concurso de diseño o de construcción de drones, ni de concurso carreras a alta velocidad, no hay humanos en el control del dron”, subrayó.

En la competencia el dron tenía que resolver y realizar cinco misiones con distintos grados de dificultad: volar en línea recta, detectar y detenerse ante un obstáculo que se le colocaba enfrente de manera aleatoria; evadir un obstáculo colocado al azar en su trayectoria; seguir un objeto –al dron se le colocaba un objeto que el equipo elegía y uno de los jueces le mostraba el objeto y se movía con él y la distancia recorrida era lo que daba puntos–; cruzar ventanas colocadas en zigzag, y subir una pirámide siguiendo la forma de sus niveles.

Todo se hizo de manera autónoma, es decir, una vez que comenzaba cada misión, los estudiantes colocaban su dron en la arena, lo despegaban, oprimían un botón y anunciaban vuelo autónomo y levantaban las manos, no tenían permitido tocar las computadoras”, añadió el investigador.

Interrogado sobre cómo se logró que el dron fuera completamente autónomo, Martínez Carranza apuntó que “puede programarse, hay un software de desarrollo para comunicarse con él e implementar algoritmos de control. En nuestro caso, el equipo utilizó algoritmos de visión computacional para inferir los comandos de control para el dron”.

Éste último tiene una cámara cuyas imágenes pueden ser procesadas en la estación de control. De este modo el sistema procesa las imágenes, decide los comandos de control y los comunica de vuelta al dron, todo lo anterior sin necesidad de un humano en el lazo. En nuestro caso, el uso de visión artificial le dio un plus a nuestro equipo: el dron no era reactivo sino que realizaba un procesamiento visual de la imagen y tenía un plan para decidir qué acciones ejecutar”, apuntó.