Juntas, ni difuntas…
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No entiendo. Simplemente no concibo la manera en que las mujeres pretendemos tener un poco de respeto por parte de los adorados hombres, si entre nosotras no existe la mínima sensatez, congruencia y solidaridad. Y no digo que en todas, pero la realidad es que con una sola que sufra de estos síntomas es más que suficiente para romperle el ritmo a todo. Las mujeres hemos alegado durante años la necesidad de ser tomadas en cuenta en el ámbito profesional por nuestras capacidades y no por el género. Hasta ahí estamos bien. El conflicto se presenta cuando las hormonas nos ganan. Y aunque no lo podremos evitar nunca, aunque haya féminas que sí lo crean, la realidad es que el conflicto se presenta cuando el estado emocional, biológico y a veces hasta sentimental se hace cómplice de la ineptitud. Resulta ser que las mujeres priístas viven quejándose de las condiciones de inequidad dentro de su partido. Que si les ponen cuotas al género. Que si sólo las buscan para ser suplentes en los cargos de elección popular. Que si son acosadas por… Que si le dieron el cargo a esa porque se acuesta con aquel. Que si, que si… Pues cómo no, si no pueden ni con el organismo que fue creado para unirlas y no para que se rompan la madre entre ellas. Hace unos días, la diputada federal Blanca Jiménez (si, Blanquita “Nacaranda”. ¿Ya se acordó?) era la encargada de despacho del Organismo de Mujeres Priistas y digo “encargada” porque nunca se llevo a cabo el debido proceso de elección para convertirla oficialmente en la señora “presidenta”. Bueno, pues nuestro personaje convocó a una reunión de carácter urgente a las personalidades que integran dicho organismo. El objetivo: dialogar sobre las bases de la convocatoria para emitirla y así elegir a quien encabezaría el OMPRI. Al estar todas las “amigas” ahí reunidas se enteraron que dicha convocatoria estaba lista y su opinión era lo de menos por lo que se levantaba la sesión del comité. Entre los requisitos establecidos en el documento se estableció la necesidad de que las aspirantes a la corona tendrían que obtener 300 firmas, así como 25 por ciento de aprobación (con papelito, claro) de una lista conformada por 88 priistas (mujeres) de la Comisión Política Permanente, la cual por cierto también se enteraron que existe. Estos requisitos debían ser entregados en un lapso de 24 horas. Por supuesto, hubo inconformidades de quienes aspiraban al cargo, mismas que llegaron hasta los oídos del mismísimo líder estatal Juan Carlos Lastiri, quien al ver el alboroto sólo pudo responder: “a mí no me metan en chismes”. ¿Qué no se supone que para eso está ahí? ¿Chismes? ¿No le fundamentaron las irregularidades con documentos y todo? ¿O acaso el OMPRI es para el presidente estatal lo que el viento a Juárez? ¿Para Lastiri las cosas de las mujeres de su partido sólo son chismes? Ya ve lo que dicen de nosotras las mujeres que enojadas no sabemos arreglar las cosas con el diálogo. Difiero un poco de ello, pero por algo tenemos esa fama. Lo que sí es una realidad es que al líder del PRI en el estado pareciera que ya se le olvidó que es oposición, y que hoy más que nunca necesita de la unidad de sus militantes, quienes —por cierto— siguen muy resentidos por la tibieza con la que maneja al instituto, pues hasta hoy los distintos grupos del tricolor siguen cada quien por su lado y el OMPRI es una hoya a punto de explotarle en las manos. A propósito, ¿alguien sabe cuándo sacará la convocatoria para renovar a su Consejo Político? Mientras el PRI en este estado, seguirá teniendo rupturas innecesarias. En esta historia que le cuento ya existen tres inconformidades. Una de ellas fue emitida ante la recién creada Comisión Política Permanente; la segunda impugnación se realizó ante la Comisión de Justicia Partidaria que encabeza Juan Manuel Vega Rayet, quien hasta donde sabemos ya la turnó al OMPRI nacional; y la última, porque así lo establece el reglamento ante el organismo que presuntamente cometió la falta, el OMPRI Puebla. Tal vez Humberto Moreira, líder nacional del tricolor, aún no se entere de la situación que impera en Puebla y es lógico, pues hace apenas unas horas inició campañas electorales en distintas entidades, y una de ellas de gran interés personal pues su hermano Rubén busca convertirse en gobernador de Coahuila, lugar en el que por cierto el parentesco ha sido de gran ayuda, a diferencia de lo que pudo pasar en Puebla con el exmandatario Mario Marín y sus parientes. Pero esa es otra historia.