¿Se imagina usted a Blanca Jiménez, “Nacaranda”, como presidenta municipal de esta heroica ciudad de Puebla?
No es broma, por lo menos en la mente de la diputada federal, quien no tiene empacho en decirlo a propios y extraños. De hecho, ella se esponja como pavorreal al manifestar “seré la segunda mujer que gobierne la ciudad, como mi tocaya Blanquita Alcalá”
En serio, no se ría.
Y es que todo el alboroto que se armó en el proceso de elección de la nueva presidenta del organismo de mujeres priistas que le conté en la entrega pasada, tiene que ver nada menos que con los sueños guajiros de la legisladora, quien seguramente ha sido engañada por algún príncipe inexistente. No se asuste, esas cosas a veces suceden. (No entendemos que los príncipes no existen)
Resulta que a nuestro personaje le entró la prisa por entregar al OMPRI de la noche a la mañana, luego de permanecer más de tres años como encargada de despacho. Y es que en su partido están a punto de elegir a los nuevos líderes de los Comités Municipales y ella, por qué no, puede ser quien encabece al partido en la capital del estado.
En su propio cuento de princesa “Blanquita”, como le dicen sus amigas, necesitaba estar libre de cualquier responsabilidad partidista para entonces aspirar al cargo, pues con su “arduo trabajo institucional” se había ganado el boleto; qué digo el boleto, la lotería, el premio mayor, ¡la corona! Pero para eso habría que abandonar aquello que ya no era suficiente: el OMPRI.
Entonces, recostada en su cama cubierta de velos esperando el gran día, decidió echarle una mano al destino y planear ella misma la manera de apresurarlo. Para cambiar el rumbo de su vida, se alió con quien se convertiría en la bruja de su propio cuento, pero que tenía en su poder la barita mágica para ayudarla, la delegada nacional del organismo, Rosalinda Albarrán López.
(Por cierto, esta mujer de no muy buenos modales, tuvo el cinismo de sabotear a una de las aspirantes con mayores posibilidades, pues de manera absurda le quitó de las manos su plan de trabajo —requisito de la convocatoria— y se lo metió, literalmente bajo las nalgas para evitar que se inscribiera en el proceso. Y si no lo cree, pregúntele a Silvia Tanús, quien en ese momento fungía como secretaria técnica de la mesa directiva. Vergonzoso, ¿no?) Pero continuemos.
Y se hicieron cómplices.
Días antes, “Nacaranda” advirtió a quienes aspiraban a ocupar su “cargo” que sólo lo obtendría la mejor postora, pues para convertirse en la segunda alcaldesa de Puebla, necesita entre muchas cosas, dinero.
Y llegó el día.
Se llevó a cabo la sucesión del OMPRI en Puebla. Y con un proceso lleno de irregularidades orquestadas por la delegada nacional, finalmente Laura Zapata (no crea que la actriz, sino la ex presidenta municipal de Tepeyahualco) se convirtió en la nueva líder.
Y aunque debo reconocer que esta mujer de apenas 31 años cuenta con la capacidad para hacer el trabajo, no se debe olvidar que en política la forma es fondo, y ella fue —seguramente sin conocimiento— cómplice de las circunstancias.
Y es así como Blanquita Jiménez con el tesoro en la bolsa, deja a las mujeres de su partido pues ella, ninguna otra, tiene en sus manos la zapatilla que tiró Blanquita Alcalá cuando tuvo que dejar el Palacio.
Ahora, libre como el viento, “Nacaranda” y su bolso color marrón, de prestigiada marca pirata “GH”, buscará a como dé lugar ser líder del tricolor para desde ahí comprometerse y después casarse con su príncipe imaginario e irse a vivir al Palacio más hermoso de la ciudad.