De por si las cosas nunca han estado bien para los jóvenes mexicanos, ahora menos; los empleos escasean como siempre, las oportunidades para su desarrollo son inequitativas, los espacios para la cultura son pocos y las alternativas para su educación media y superior quedaron reducidas aún más.
Por ejemplo, el rector de la UNAM, José Narro, anunció en días pasados que dicha institución pública rechazará a más de 30 mil estudiantes que buscan cursar una licenciatura. Una noticia muy mala en estos tiempos de violencia que corren por el país.
La culpa no es de las universidades públicas o sus autoridades, es una responsabilidad del Estado mexicano por no ofrecer más recursos públicos a estas instituciones de educación superior en el país, para que puedan abrir más espacios en su matrícula que año con año crece.
El problema de quedarse fuera de la universidad es un asunto delicado, triste y frustrante para ellos. Es su primer choque con una realidad que les parece injusta, se les cierra el mundo, “se encabronan”, tienen problemas con sus familias, se sienten mal; ven a sus amigos que entraron a la universidad y se preguntan un sinfín de cosas.
El asunto no solo es de la UNAM, abarca todas y cada una de las universidades públicas, ya que estas no tienen la capacidad para aceptar a los miles y miles de “chavos” que desean ingresar en cada ciclo escolar. Por más que se diga que la educación debe ser un bien social, esto no es entendido por el actual régimen y tampoco por los políticos profesionales.
¿Qué harán y pensaran los jóvenes? La verdad lo desconozco, se me hace algo terrible, injusto y socialmente deshonesto que de pronto les cerremos la puerta en su propio país, que les frustremos sus aspiraciones y los estemos orillando al subempleo y la violencia.
Ninguna nación puede dejar de apostarle a invertir en la educación superior, ahí se forman los cuadros profesionales para el desarrollo y el futuro de un país. En China, la India, Japón y Brasil, solo por mencionar algunos países, están apostándole hoy a la formación educativa de sus jóvenes, tal parece que en el nuestro no es así.
Otra noticia mala para los “chavos”. Ahora la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, en un documento de trabajo dice que al menos 23 mil jóvenes han sido reclutados por las organizaciones criminales durante la actual administración.
Obvio, si son rechazados en sus aspiraciones para seguir estudiando y luego sin encontrar una “chamba” decorosa, pues lo más fácil es ingresar en las filas de alguna de las bandas delincuenciales, ante la desesperación social y económica los jóvenes son presa fácil de los “malandrines”.
Además, se plantea que en la lucha contra el crimen organizado, instrumentada por el gobierno del presidente Felipe Calderón desde 2006, ha dejado, según el informe, un saldo de 10 mil menores huérfanos y 120 mil personas desplazadas.
Solo basta echar un vistazo a las notas diarias de los medios de comunicación nacionales: Tan solo en los últimos días en Monterrey aparecen dos presuntos delincuentes colgados de un puente; en Morelia más de diez personas asesinadas, Nuevo León no es la excepción y la violencia se ensaña por su calles, el grado de violencia no baja, día con día es más sanguinario y cruento.
En varios estados de la República la juventud se ha convertido en capital humano que abastece a los cárteles de la droga; los reclutan en cualquier parte, los hacen ganar de inmediato mucho dinero, los preparan para matar y servir, los educan en el negocio del tráfico de drogas y otros actos ilegales, para finalmente conducirlos a la muerte.
Teresa Incháustegui, diputada integrante de dicha comisión, dijo “es incalculable precisar el daño por las vidas cegadas, las familias rotas, mutiladas y dolidas”. Dijo que las cifras las ha recolectado con ayuda de organismos no gubernamentales de derechos humanos y de la sociedad civil.
La bronca de la violencia en México no solo desgarra el tejido social, tal parece que los “muchachos” reclutados diariamente son los que siempre aparecen masacrados por algún enfrentamiento entre bandas.
Los jóvenes mexicanos empiezan a ser criminalizados en la lucha que sostiene el gobierno federal en contra del narcotráfico. De las cifras que se han dado a conocer, de más de 40 mil muertos en los últimos 5 años, se piensa que 80 por ciento han sido personas de menos de 30 años.
Secuestros en masa; posteriormente, si sus familias no pagan, son asesinados, persecución, atracos, redadas, feminicidios, asaltos, violencia y adicciones son algunas cosas por las que pasan la juventud en este su país.
Pronto este sector social enfrentará una crisis humanitaria, sus familias están siendo presas de la desaparición, se están partiendo; otras jalan a un lugar seguro, tienen temor, hay ajusticiamientos cobardes en contra de jóvenes y sus amigos.
El gobierno no les brinda otras alternativas, los empresarios no crean las fuentes de trabajo necesarias para ellos, no hay más lugares en las universidades públicas, los políticos poco o casi nada les importan las broncas de los “chavos”, solo quieren más poder, más espacios públicos y mucho dinero.
José Narro Robles, dijo que “una sociedad que derrota a los jóvenes es una sociedad que se derrota a sí misma y, lo lamento, eso es lo que nos está pasando”.
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