Alguna vez, mi buena amiga Alejandra me dijo que lo malo de encabronarse, es que uno se “desencabrona”.
Estoy de acuerdo. El enojo registra una serie de transformaciones en cada ser humano que al final de cuentas siempre termina en muchas otras cosas. Decepción, tristeza, indiferencia o de plano, olvido.
Ojalá a nuestro presidente no le suceda, por lo menos en los próximos 15 meses. Quizá coincidan conmigo, pero por primera vez en cinco años los mexicanos lo vemos verdaderamente molesto, enojado, indignado y hasta envalentonado.
¡Ya era hora!
Han sido cinco años en los que no hemos tenido mayor opción que ser parte o en el mejor de los casos, espectadores de una absurda guerra que nos ha dado como saldo, hasta el día de hoy, más de 40 mil muertes de personas inocentes, incluidos periodistas, así como una profunda animadversión hacia las estrategias de los gobiernos que hasta hace poco no lograban capturar ni moscas.
Lo sucedido en Monterrey Nuevo León, despertó en Felipe Calderón esa parte de nacionalismo que todo líder debe tener y aunque no dudo lo que tuviera, los hechos mostraban a un personaje tibio, blando, vaya, con falta de huevos, como decimos en el norte.
El deplorable incidente ocurrido en el Casino Royal donde perdieron la vida, en plena luz del día, más de 50 personas y los millones y millones de ojos puestos en el presidente Calderón, exigiendo una respuesta ante los hechos, provocaron que por fin los tres niveles de gobierno y los poderes Ejecutivo y Legislativo se dejaran de pendejadas políticas y se pusieran a trabajar cada uno en lo que le corresponde.
Parece ser que las fracciones parlamentarias de los congresos por fin dejarán de lado sus intereses partidistas y proporcionarán mejores herramientas al ejecutivo para mejorar la seguridad en el país y por tanto los mexicanos volvamos a vivir en paz.
La captura casi inmediata de estos cinco delincuentes responsables del incendio e integrantes de la organización denominada los Z, la cual por cierto tiene a los mexicanos, principalmente a los habitantes de la zona norte del país, viviendo en un estado permanente de pánico, miedo y desesperanza, nos da, aunque no lo parezca, un respiro a cada uno de nosotros y nuestras familias.
Esta versión del presidente, está dispuesta, ahora sí, a poner un alto a toda esta violencia, incluso enfrentando a Estados Unidos, pues como el mismo lo advirtió, tiene una parte importante de responsabilidad, aunque se enojen.
Lo importante es que Felipe ahora que está encabronado, no se “desencabrone”.
Lo malo de encabronarse, es que uno se desescabrona
PUBLICIDAD