Aunque nadie lo va a querer reconocer abiertamente, el gabinete del gobernador Rafael Moreno Valle se encuentra en estado de descomposición. Las inconformidades, las peleas, el temor y hasta el rencor ya se enconaron en muchos de los que decidieron emprender la aventura de ir dentro de la primera administración de origen diferente al PRI.
En tan solo nueve meses y días que lleva esta administración, hay quienes han llorado, como el secretario de Turismo, Ángel Trauwitz o quienes han sido humillados en público como Pablo Rodríguez, quien aguantó una regañiza en presencia de su esposa, o hechos a un lado como ocurrió con Myriam Arabián.
No es gratuito que por ejemplo Ardelio Vargas ya cuente los días para dejar la Secretaría de Seguridad Pública, sobre todo ahora que los desencuentros con el procurador Víctor Carrancá se han incrementado.
Amy Camacho es otra que ya no se encuentra cómoda dentro de la administración pública, pero claro, no lo va a reconocer, mucho menos a decir públicamente.
El saldo en tan solo unos meses ya es alto y eso que aun no llegan al primer año, ni imaginar cómo serán los que están por venir para muchos de los que padecen el hartazgo de amanecer todos los día con miedo.
Solo la burbuja, esa pequeña y contada burbuja que se asemeja mucho a la que en su momento también tuvo Mario Marín, ven las cosas de color de rosa y aseguran que la administración marcha de maravilla, son aquellos que se atreven a decir que “el gobernador no entró por dinero a la administración pública, sino por la gloria”. En fin, los síntomas de la descomposición son reales y ellos los saben.
El famoso gobierno de coalición se encamina rumbo al fracaso, solo un grupúsculo, como en la anterior administración a la cual tanto criticaron, es hoy quien goza de canonjías, aunque tampoco están exentos de los exabruptos de mandatario.

El guardián de los bienes de Arango
Una fuente muy bien informada me comentó que para encontrar la pista de los bienes del exsecretario de Salud, hay que voltear a ver a su hijo, José Alfredo Arango Bustamante, quien cuentan, de la noche a la mañana se convirtió en uno de los hombres “más ricos de Puebla”.
José Alfredo, quien cuenta con 35 años de edad, fungió en la pasada administración como director de Inversión Extranjera de la Sedeco, cuyo salario dudo mucho que le hubiera dado para amasar la fortuna que hoy tiene este joven. El hijo de Arango, según dicen, administra una inmobiliaria de nombre Alfredo y Asociados, SA de CV.
De acuerdo a la información proporcionada, se dice que entre sus propiedades se encuentran: un edificio de 20 departamentos y 20 locales comerciales; una casa en Puerta de Hierro; un edificio en renta en la 25 Poniente y la 10 Sur, el cual por cierto, es rentado por el ayuntamiento de Puebla; un local cerca de la 25 Sur y avenida Juárez, frente al edificio La Porta, el cual tiene una dimensión de mil metros cuadrados; un terreno en la 31 Poniente, entre 29 y 27 Sur, con una extensión de mil metros cuadrados.
Cuentan que también dentro de los bienes del joven Arango se puede encontrar varias casas en La Vista y una agencia de viajes, solo por mencionar algunas cosas.

Se desmorona el PRI en Cuautlancingo
El tricolor sigue sin aprender de sus errores y en el colmo de la necedad son los mismos priistas quienes persisten en sepultar la presencia de ese partido en Cuautlancingo, pues resulta que el proceso para conformar el Comité Municipal del PRI estuvo plagado de irregularidades por parte de los propios árbitros de la contienda: Sergio Freeman, quien fungió como delegado especial en Cuautlancingo, quien además se ostenta como secretario de Gestión del Comité Directivo del PRI y Alfredo Hernández, presidente del PRI en ese lugar; ambos “mediadores”, de quienes lo menos que se esperaba era una actitud objetiva e imparcial, fueron los primeros en viciar la elección.
Este par, sin pudor alguno apeló a los rancios artilugios de la política aldeana, desde excluir de las reuniones trascendentes a las corrientes políticas contrapuestas a sus intereses hasta el derroche de prepotencia para torcer el proceso y beneficiar a los priistas neopanistas y/o viceversa. La línea de Sergio Freeman y Alfredo Hernández siempre estuvo orientada a imponer en la presidencia del Comité Municipal a Víctor Cuachiloa Vicente, aunque implicara la exclusión de los sectores obrero, popular, expresidentes municipales, expresidentes del PRI en ese municipio; ni siquiera consideraron José Luis Camela quien aun perdiendo en la última contienda, aportó 10 mil 500 votos al tricolor, como tampoco llamaron a la mayoría de consejeros políticos vivos, aunque sí a algunos que ya murieron y misteriosamente aparecen en el listado de votantes. Así de legítimo fue el proceso en Cuautlancingo.
Pero si usted, amable lector, aun considera que el caso no es grave, debo aclarar que Víctor Cuachiloa Vicente y Alfredo Hernández encabezan el mismo grupo que en la última contienda electoral ayudó a los candidatos panistas a ganar y en prebenda sus correligionarios fueron incorporados en la estructura burocrática del actual ayuntamiento panista que encabeza Filomeno Sarmiento Torres. No cabe duda, ver para creer.