“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”
Augusto Monterroso
Formado como partido después del proceso revolucionario de 1910 y heredero natural del nacionalismo popular en México, el PRI fue concebido para cooptar y controlar a sus sectores sociales de obreros, campesinos y clases medias. Se construyó para ganar elecciones por las buenas o por las malas, y así mantenerse en el poder durante más de 80 años.
En el 2012 cumplen 12 años de haber entregado la banda presidencial a los panistas. Ahora, después de dos sexenios quieren regresar a gobernarnos de nueva cuenta.
Tuvieron que pasar más de 80 años para que dejaran el control del país, fueron ocho largas décadas de administración nacional, desde la postrevolución hasta la postmodernidad. Tuvieron todo, disfrutaron del poder, se formaron como clase política y sin darse cuenta, el hartazgo de la gente ante sus abusos trajo consigo la alternancia electoral.
Por supuesto que el PRI es un partido —el más viejo— electorero, no ideológico, hecho para procesar elecciones e imponerse, con eso garantizaron la legitimidad del poder y la gobernabilidad que les dio impunidad y libertad sobre el manejo de los recursos públicos.
¡Claro!, después del 2000 aprendieron que el poder no se entrega, sólo se comparte. Aprendieron la lección y todo lo que implicó para ellos dejar de gobernar el país.
¡Quién lo dijera!, ayer el PAN los daba por “muertos y desparecidos”, pero su marca tricolor entre la gente, sus intereses, “disciplina”, dogmas y su pragmatismo electoral los ha hecho seguir ganando gobiernos, diputaciones y ayuntamientos. No se reformaron, sólo se transformaron.
Ese viejo PRI fue quien los salvó. Se han mantenido de pie a pesar de ser oposición y sus cuadros de aquel partido post autoritario son quienes lo sostienen con toda una gama de experiencias, hábitos, tradiciones y colmillo político.
Más “vividitos” que el aburrido PAN y los “contreras” del PRD, son quienes imponen la agenda política y mediática. Tanto Acción Nacional como los del Sol Azteca siempre están a expensas de lo que haga o deje de hacer el Revolucionario Institucional.
Lo sucedido el pasado fin de semana no debe sorprendernos, así son, sólo demostraron su nuevo rostro autoritario. En tan solo unos cuantos minutos, sus mil 294 consejeros nacionales aprobaron que mediante consulta abierta deberán elegir a su candidato presidencial.
No tuvieron necesidad de decidir, la posible fractura se esfumó, los priistas demostraron o así lo convinieron en presentarse como el partido de la unidad, eso vendieron. Con lo anterior queda claro que el exgobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, es casi casi su candidato más seguro.
No le demos más vueltas, sus foros regionales como el de Chihuahua son parte del juego, como lo fue el abrazo ensayado del senador Manlio Fabio Beltrones hacia Peña Nieto. Lo importante era meterles ánimo a los consejeros e inyectarle vitalidad al priismo nacional. Los gritos de “¡unidad!, ¡unidad!” fueron la mejor fórmula para un cuerpo no muy joven.
Pienso, y si no que me corrijan, los priistas, que en el mejor momento y cuando así lo pacten sus élites, el senador Beltrones dirá de cara a la nación y por la unidad del partidazo que declina en sus aspiraciones presidenciables y se suma a la candidatura del “cachorro del nuevo PRI”.
Manlio Fabio no es ningún suicida, tampoco se pegará un balazo en el pie, menos aún fracturará a su partido; tampoco dejará que lo aplasten en una elección abierta y no dejará mostrar la presunta fuerza que tiene.
Como cabeza de una corriente con experiencia, presencia política, relaciones internas y externas, negociara espacios y reparto del poder.
Por supuesto que es más hábil que Peña Nieto, es un militante formado, tiene ideas y su juego de reformador no es nuevo, se mueve con los adversarios del PRI y tensa ligas con la propuesta de un gobierno de coalición y la reforma electoral.
Aunque aclaro, el hecho de que Enrique Peña Nieto vaya a ser el candidato más visible del aparato tricolor no significa en automático que el PAN y Felipe Calderón Hinojosa le entregarán así de fácil el poder.
Seguiré creyendo que la disputa para el 2012 será entre Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Los candidatos del PAN están muy tristes, el desgaste del régimen por su incapacidad y abusos los golpeará con fuerza.
Si gana el PRI será difícil volver a derrotarlo: sería la dictadura moderna. De seguir el PAN, el país terminará ensangrentado, sin alternancia y menos transición democrática, por lo tanto prefiero un gobierno de coalición, encabezado por la izquierda.
Presunta Izquierda