La semana pasada el presidente de la Gran Comisión del Congreso local, Guillermo Aréchiga, entregó apoyos económicos a más de 700 estudiantes, con el objetivo de ayudarlos durante los próximos tres meses en el pago de su transporte público.
Aunque no niega sus intenciones de dejar la curul en Puebla para ocupar una federal, el legislador descarta que estos apoyos formen parte de una estrategia electorera.
¿Cree que somos imbéciles?
De entrada, aplaudo el apoyo al sector estudiantil, que en muchos casos abandonan sus estudios por falta de recursos; sin embargo, no comparto la idea de entregarle a los jóvenes dinero en efectivo porque no se garantiza que sea utilizado para cubrir los gastos de transporte (¿o ya se le olvido cómo somos todos de jóvenes?).
La desesperación del diputado por llamar la atención lo orilló a no cuidar las formas: el legislador sólo piensa y actúa como chapulín.
Aréchiga requiere de los reflectores para ganar adeptos. Sus números en cuanto a popularidad no le alcanzan por sí solos, y aunque para convertirse en candidato de su partido (Panal) no los necesita, la realidad es que fue condicionada su participación el próximo proceso electoral.
La posibilidad de una alianza entre el partido de la maestra Gordillo y otro instituto político aún sin definir, deja a nuestro personaje sin la certeza de ser el elegido, por lo que tiene un par de meses para demostrar que cuenta con el perfil para buscar la candidatura y ser diputado federal.
La semana pasada, Guillermo Aréchiga empezó su precampaña. Si no, al tiempo.