Ángel Alonso Díaz-Caneja es un personaje que va de lo sublime a lo ridículo. La historia de él y del grupo que encabeza es de lo más contradictoria.
El martes, por ejemplo, en una conferencia de prensa dijo que no apoyaría a Josefina Vázquez Mota. Ayer, dio un discurso pidiendo el voto a favor de la candidata panista.
¿Qué ocurrió? Sólo él y sus orejas lo saben.
Quienes saben de su biografía entienden sus contradicciones. Hace casi 6 años se quejaba amargamente en contra del actual gobernador porque le cedió su posición de primer lugar en la fórmula al Senado, pese a que el entonces líder moral del PAN, Francisco Fraile, le dijo que no renunciara ni se fuera por Hidalgo, sobre todo porque había ganado esa posición en las urnas.
Ahora, Ángel Alonso es un fiel sirviente, un ciervo del actual sistema político poblano.
Ángel sólo ha ganado una elección constitucional, en 1995. La primera vez en la historia de Puebla que el partido blanquiazul ganaba los municipios más poblados del estado y contaba con 14 diputados locales 36. De ahí para acá se ha convertido en un triunfador plurinominal. No ha hecho campaña.
¿Quiénes siguen a Ángel Alonso?: Roberto Grajales, Angélica Ramírez Luna (cuñada de Grajales e hija del “Caimán” Ramírez) y Genaro Ramírez. Curiosamente tampoco tienen un currículum muy limpio al interior de su partido. Por ejemplo, pese a que no ha estado en Puebla en más de 5 años —pues estuvo viviendo en Canadá— la cuñada de Roberto Grajales pretende ser candidata a diputada plurinominal, siente que porque su padre es parte de las familias custodias, tiene ese derecho.
Roberto Grajales, por su parte, es señalado por algunos panistas por jugar las contras en su propio partido, en concreto es señalado porque en las elecciones del 2007 retiró su apoyo a Antonio Sánchez Díaz de Rivera. Aquella ocasión, recuerdan, el PAN empezó con 20 puntos de diferencia contra la priista Blanca Alcalá y se invirtieron los papeles. La verdadera razón de esa derrota tiene que ver, en parte, por traiciones al interior del partido albiazul.
Otro de sus seguidores, Genaro Ramírez —dueño del hospital La Paz— tiene un paso por Acción Nacional más que accidentado. Ha deambulado desde el desaparecido grupo de “Los Renos” (encabezado por Jesús Encinas y Héctor Montiel), pasando por Luis Paredes. Nunca ha corrido con suerte. Siempre ha jugado en contra de la línea y es señalado por comprar las lealtades con dinero.
Pero regresemos a la cabeza de ese grupo panista.
Años antes, cuando Ángel Alonso era el dirigente estatal de su partido, era totalmente radical. Denunciaba la corrupción, se rasgaba las vestiduras, gritaba casi desgañitándose si es que un panista como Luis Paredes cometía algún acto de corrupción. ¡Ah!, pero maldito destino, dicen que lo castigó Dios y guardó sus ideales en una vieja caja de zapatos.
Unos cuantos años después se sabía que llegó a recibir favores muy jugosos del gobernador priista Melquiades Morales. Para ser más específicos, nunca rechazó los bonos navideños que mandaba el mandatario a los diputados locales en los libros con fotografías de Puebla. Dicen que había casi un centenar de miles de razones para no decir que no a esos presentes decembrinos.
Ahora, nuestro personaje es el mismo ejemplo del que llaman “chapulín”. Desde 1995 a la fecha no ha dejado de tener un cargo de representación proporcional o partidista, y por lo que se ve —y si sus correligionarios se lo permiten— seguirá en esa misma ruta.