De las historias que se cuentan en la junta auxiliar Romero Vargas.
Desde el jueves por la tarde, la delegación estatal Puebla de la Procuraduría General de la República, tiene o tuvo a su disposición a Porfirio Tlatelpa Tepi, de 38 años de edad, apodado “El 14”, quien fue detenido por la Policía Estatal Preventiva (PEP) en posesión de 37 “curas” o “lágrimas” de heroína, por lo que está acusado por delitos contra la salud.
“El 14” fue ubicado en la avenida Puebla, frente al número 7 de la colonia Lázaro Cárdenas, de la junta auxiliar Ignacio Romero Vargas, fue trasladado al cuartel de la PEP y, tras haber sido fichado y fotografiado, lo consignaron ante el Ministerio Público de la Federación para que se iniciaran las investigaciones correspondientes.
La historia no podría ser escandalosa si sólo se tomara en cuenta esta información, pero resaltan detalles que dejan mucho que pensar sobre la actuación policiaca, que debería ser objeto de un reconocimiento por el buen acierto en la detención de Porfirio Tlatelpa.

Los detalles de una detención no informada
La primera extrañeza, a la que también se le puede aplicar eso del “sospechosísimo”, es que la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP) no hizo un solo comentario de la detención de Porfirio Tlatelpa, ni siquiera hubo boletín de prensa, ni uno de los comentarios tan acostumbrados del secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas Fosado, tomando en consideración que con esta detención agarraban el hilo de una madeja de impunidad, que los podría llevar no sólo al desmantelamiento de un grupo importante de “narcomenudistas”, sino también al desmantelamiento de una red de corrupción, donde están implicados policías del estado, ministeriales e incluso uno que otro federal.

Con manzanas
El 17 de octubre del 2011 la SSP presentó lo que ellos llamaron el “resultado de un intenso trabajo de inteligencia”, que llevó a la desarticulación de al menos cinco redes del “narcomenudeo” que operaban en la Romero Vargas, donde el mismo secretario Ardelio informó detectaron la protección a estos grupos de “narcos” por parte de elementos de cuerpos policiacos. Incluso presentaron pruebas de lo que estaban diciendo. Pero ahí quedó todo, las investigaciones o se fueron al “archivo muerto” o se olvidaron, sólo un “madrina” del grupo de inteligencia, apodado “El Chilango”, tuvo que escapar.
Entre los detenidos de ese momento resalto Pedro González García “El Perico”, además de Patricia López Arévalo “La Güera” o “La Paty”, quienes resultaron ser “cabezas” de las pandillas dedicadas a la distribución y venta de heroína, en la Romero Vargas.
Pedro González tenía un “lugarteniente” o persona de confianza de nombre, Porfirio Tlatelpa Tepi “El 14”, quien en esos momentos se salvó de ser detenido.
Porfirio Tlatelpa siguió trabajando en el prospero negocio de la venta de heroína, pero ahora bajo las órdenes de Paola González García (“La Pita”, hermana del “Perico”, y quien se quedó con toda la “plaza” de la venta de droga, reclutando a otros alias para la organización como “El Moreno”, “La Gorda” y otros más, entre estos “El Caballo”, su pareja sentimental y quien está activo como Policía Estatal, adscrito actualmente al Cecore (Centro de Coordinación Regional) de Libres.
Este grupo cuenta con al menos 20 distribuidores nada más de la ruta que va de la Romero Vargas al centro de la ciudad, ya que existen otros paraderos que van para Cholula, Angelópolis y otros puntos de la capital de Puebla y de municipios cercanos como Cuautlancingo.

‘El 14’ y su interrogatorio
Tras la detención del “14”, la Subprocuraduría de Investigaciones en Delincuencia Organizada (SIEDO), con la delegación que opera en Puebla, se acercaron a Porfirio Tlatelpa Tepi para hacerle varias preguntas, entre estas su relación con “La Pita” y con otros que la rodean. Le comento que esta información ha puesto en alerta a los investigadores federales, porque el caso no sólo parece ser de una súper banda de “narcomenudistas”, sino más allá.
Un cártel de las drogas parece estar implicado.
Nos vemos cuando nos veamos.