(De cómo un panista es el lobo del panista)
Llegamos al 2004. Francisco Fraile terminaba desgastado: primero, el enfrentamiento contra Luis Paredes Moctezuma; segundo, su derrota con Mario Marín Torres. Ángel Alonso Díaz Caneja quería quedarse como el sucesor en el poder moral que dejaba Paco Fraile.
No fue así.
Eduardo Rivera Pérez es quien verdaderamente había hundido y derrotado al paredismo al exhibirlo, por intentar jugar sucio al interior del PAN. Él asumió parte de ese poder que tenía su mentor Fraile.
Ángel Alonso, Roberto Grajales y Fernando López, crearon una nueva versión de “Los Renos”. Un grupo disidente se había conformado y que hasta la fecha sigue, sólo con la diferencia que ellos están con Rafael Moreno Valle.
La llegada de Mario Marín Torres al poder creó nuevos escenarios, Melquíades Morales tenía tranquilos a los panistas, los sabía cachondear. Marín de igual forma los apapachó. Una vez ocurrido el fatídico 14 de febrero del 2006, cuando las grabaciones telefónicas escandalosas en las que Marín dialogaba con Kamel Nacif, fue una oportunidad para que la derecha poblana, entre empresarios y panistas, se hincharan los bolsillos y se callaran la boca. Al principio los panistas, así como sus empresarios aliados, salieron a manifestarse a las calles. Pero en junio de ese 2006, Marín logró sentarse con la cúpula patronal y silenció las voces de protesta.
Lo mismo ocurrió con el PAN cuando el dirigente nacional Manuel Espino se sentó con Marín en algún lugar de Atlixco, reunión en la que como testigo estuvo Eduardo Rivera Pérez.
El panismo cayó y se calló.
En la presidencia estatal estaba un tipo gris, anodino, sin decisión propia llamado Rafael Micalco, bautizado por el periodista Mario Alberto Mejía como “El chofer de Lalo”. Ese 2006 ocurrió otro fenómeno que cambió la vida del PAN: Rafael Moreno Valle renunciaba al PRI y entraba a la puja por el Senado de la República por el partido albiazul.
Ángel Alonso había ganado la contienda interna como candidato al Senado, pero un acuerdo entre Felipe Calderón Hinojosa, Elba Esther Gordillo y la dirigencia nacional del PAN, logró que Moreno Valle entrara de candidato al Senado y a Ángel Alonso lo tuvieron que mandar por Hidalgo.
Fraile, quien curiosamente en ese entonces promovía mucho a Moreno Valle, fue quien llamó a Ángel Alonso y le recomendó que no declinara porque la base panista le había dado el voto y había que respetarla. Ángel Alonso decidió declinar.
Moreno Valle había llegado al PAN e instauró un nuevo sistema al interior de ese partido. Él, hábilmente, comenzó a recorrer los pueblos, los municipios, convenció con muchos favores y prebendas a los militantes. Los fue ganando poco a poco.
La dirigencia estatal no veía lo que ocurría, sólo observaba cómo se movía Moreno Valle como un monstruo de mil cabezas.
Fue estirando la liga al grado de llegar a controlar a buena parte de la estructura. El líder Rafael Micalco era una estrella más del canal de las estrellas, es decir, era su principal promotor.
Por otro lado, Eduardo Rivera se quedaba con la estructura de la ciudad y con los viejos liderazgos en el estado.
Ana Teresa Aranda quiso abollarle la corona a Moreno Valle en el 2010. Todos veían que detrás de Ana Tere estaba la mano de Mario Marín, por lo menos eso se decía, ya que el propio Marín presumía que él gobernaba los intereses del PAN.
Javier López Zavala aseguraba que él ya se había sentado con el líder moral de la derecha poblana don José Antonio Quintana Fernández, y que él como líder absoluto de las conciencias panistas ya le habían asegurado el respaldo para las elecciones constitucionales de ese 2010.
Poco antes, en el 2007, había ocurrido una nueva ruptura en el PAN: Antonio Sánchez Díaz de Rivera contendía para la alcaldía de Puebla, pero hay voces que aseguran que existió una traición al interior, algunos acusan a Fraile, otros a Ángel Alonso, otros a Roberto Grajales Espina y otros a Eduardo Rivera. Sea o no cierto, esa contienda dividió al panismo. Lo hizo caer en una total apatía.
Dos años más tarde, Rafael Moreno Valle lograba el triunfo, por primera vez del PAN a nivel estatal. Sólo que no gobernaría con panistas, sólo con su gente y sus allegados. Los panistas quedarían hechos a un lado. Vivirían el sueño de los justos, pero para eso le decimos que esta historia continuará y ahora sí, con el gran final.
Panismo para dummies V
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