¿Qué relación existe entre medios de comunicación y democracia? En cualquier régimen político que cumpla íntegramente con las características del componente democrático, los medios funcionan como “válvulas de escape” donde múltiples tendencias y virtudes se expresan con cierta neutralidad y sin mayores cortapisas. Cada uno de ellos en sí mismo es “una empresa política” —como solía decir Max Weber— con intenciones inocultables, concesionarios y agendas propias, y sin embargo con un respeto absoluto a la veracidad de la información. En una democracia de calidad los medios representan una especie de ágora posmoderna donde fobias y filias son expresadas con respeto y dignidad; se trata, en última instancia, de auténticos archipiélagos de la sociedad, libres y en libertad, verdaderas arenas donde se exhiben los conflictos; donde, por cierto, nunca son parte de los mismos.
¿A qué viene todo esto? Con una democracia tan deficiente como la que tenemos esta clase de reflexiones resultan “hermosas fantasías” que contrastan con un mundo plagado de pasquines zalameros y compromisos sospechosamente inocultables. Hay una infinidad de casos en los que periodistas e informadores de este país, abusando del poder que les otorga la pluma o el micrófono, han cometido excesos en prensa, radio y televisión. El caso más reciente es el de Joaquín López-Dóriga en el noticiero más visto y escuchado del país, tan sólo un botón de muestra que exhibe la enfermedad de nuestra democracia así como los poderes indirectos que, en las últimas décadas, han capitalizado y desbordado los medios de comunicación.
En el noticiero nocturno de López-Dóriga en Televisa, el pasado miércoles 25 de abril el periodista informó a una audiencia de millones que “MVS violó la Constitución y la Ley Electoral” a causa de la publicidad de un libro titulado Las mujeres de Peña Nieto, publicado por Alberto Tavira en la editorial Océano. Supuestamente un ciudadano “muy informado” —y no un partido político, según se dice— puso a funcionar la maquinaria electoral hasta que consiguió que la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Federal Electoral (IFE) retirara el promocional para asegurar la equidad en la contienda dentro de las prerrogativas que la nueva Ley Electoral le otorga al organismo y para salvaguardar la sanidad moral del proceso electoral. Las cosas fueron tan graves que el propio Alfredo Figueroa, consejero del IFE, desmintió a López-Dóriga asegurando que “MVS no violó la Constitución” y que el retiro del promocional obedece a una fase cautelar donde el contenido será examinado con mayor detalle.
¿Qué pasa cuándo un líder de opinión como Joaquín López-Dóriga se vuelve protagonista de las historias que cuenta? ¿Qué ocurre cuándo, desde su libertad de expresión y con el aval de Televisa, se permite dictaminar e imponer su palabra sobre la de un organismo autónomo constitucional como el IFE? Pasa lo más grave posible: exhibe los apetitos carnales de una televisora, así como sus intenciones deleznables y corruptas. La coyuntura electoral muestra que algunos medios están abandonando su compromiso con la información, se han enroscado en los números del candidato priista y ahora —qué paradoja— son ellos los grandes protagonistas de las notas que publican y comentan.
Algo terrible está sucediendo en México cuando muchos medios se transfiguran en grupos de choque, consultorías políticas, casas encuestadoras, oficinas de campaña, en fin; en tanto que los líderes de opinión, en vez de informar con la mayor veracidad posible terminan haciendo de su opinión un cacicazgo repudiable.
Caciques de opinión
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