En su visita a Puebla, el candidato presidencial Gabriel Quadri se reunió con los candidatos a diputados y a senadores de su partido, además con un grupo de unos 40 empresarios, en el hotel Presidente Intercontinental.
Iniciado el desayuno apareció en escena el inefable diputado neoaliancista Héctor Alonso, quien —sobra decirlo— no estaba invitado al evento. Por simple cortesía, el líder del partido de la maestra, Gerardo Islas, ordenó le pusieran una silla a este personaje.
Tras el discurso de Quadri vino la sesión de preguntas y respuestas, donde Héctor Alonso hizo su acostumbrado numerito exigiendo el micrófono al maestro de ceremonias, quien le explicó que únicamente los empresarios tenían derecho a preguntar. Ante la negativa, Alonso no bajó de “pendejo” al conductor de la ceremonia, previa mentada de madre.
El revuelo fue tal, que el candidato interrumpió sus palabras para dirigirse al escandaloso diputado y a su contrincante en turno diciéndoles: “si quieren los espero a que terminen de arreglar sus cosas”. En lugar de entrar en razón, cual “chivo en cristalería” Alonso Granados enloqueció y pegó de gritos diciendo que él era además de diputado, un empresario importante y que tenía derecho a preguntarle al candidato.
“Yo soy un empresario que da 400 empleos, así que puedo preguntarle lo que yo quiera al candidato.”
El numerito puso de mil colores a Gerardo Islas y a todos los candidatos, quienes pasaron de la pena ajena, a la propia.
Al final, el personal de seguridad sentó al enloquecido legislador, quien jamás pudo hablar con su candidato presidencial. Sin duda, el enfermizo protagonismo de este sujeto lo ha convertido en el hazmerreír de toda la clase política poblana.

Alonso, el empresario
Aprovechando que fue el propio Héctor Alonso quien sacó a la luz su condición de empresario, vale la pena recordar su negro historial empresarial. Resulta que este próspero “tortero” inició su negocio gracias al poder de su suegro, el extinto líder de la CTM, Blas Chumacero, quien gracias a la fuerza de su organización sindical consiguió para Alonso Granados las concesiones de los comedores industriales de las principales fábricas de Puebla.
Irónicamente, su gran promotor político y empresarial fue el priista Blas Chumacero, quien seguramente se volvería a morir si viera en lo que ha terminado su yerno y discípulo.
Este mercenario político y empresarial ahora es el principal vendedor de tortas de Puebla, ya que en lugar de promover menús nutritivos para los trabajadores prefiere darles tortas, debido a que le dejan mayores utilidades.
Así las cosas, Héctor Alonso tenía razón cuando dijo ante Quadri que era un próspero empresario; sólo omitió decir que es un beneficiario directo del viejo PRI, al que hoy tanto critica y del que alguna vez fue diputado.
Si don Blas viviera…