La izquierda legal no entiende de todas sus experiencias electorales, desde que el expartido Comunista Mexicano obtuvo su registro en 1979, las largas batallas por lograr construir la democracia en México, fueron fundamentales para entender las reformas hechas hasta hoy, pero no las necesarias para lograr el poder en el país.
Primero le entramos de frente en contra del partido de Estado y todas sus formas autoritarias y de control caciquil que tenían en la mayoría de las entidades, se pensó que desplegando las banderas de la izquierda, concientizarían en automático a la población, no fue cierto, el pri siguió con una larga vida aún.
Llego 1988 y después de la escisión de varios miembros nacionalistas del pri, la izquierda acordó que el candidato del Frente Democrático Nacional (fdn), fuera Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Para ello tuvo que declinar el ingeniero Heberto Castillo Martínez del Partido Mexicano Socialista (pms). Está candidatura levantó grandes expectativas electorales entre los mexicanos, el cardenismo se hizo presente en vastas regiones del país y se agigantó en momentos interesantes. Irrumpió en la propia izquierda que sólo había tenido participaciones testimoniales, atrajo a varios sectores del propio régimen y se pensó que los funerales del pri estaban próximos.
No sucedió así, el viejo partido Revolucionario Institucional junto con su candidato, Carlos Salinas de Gortari, se impuso, su aparato partidario operó con todo para evitar que Cárdenas Solórzano fuese presidente. Después de aquel “triunfo” muy cuestionado, se movilizó la gente, creció la indignación por todos lados y fue detenido el movimiento cardenista para evitar una confrontación con el ejército. Hubo una gran cantidad de diputados y senadores y nació el prd. Salinas de Gortari, asumió el gobierno, fortaleció al pan, impulsó la creación del pt e inició una persecución en contra de los militantes del Partido de la Revolución Democrática.
Antes del 2000, Andrés Manuel López Obrador, venía de varias batallas postelectorales en Tabasco, creció políticamente al lado del propio ingeniero Cárdenas, se convirtió entre las filas de la izquierda en dirigente nacional del prd, después en jefe de Gobierno del Distrito Federal y para el 2006 fue el candidato de la Coalición “Por el Bien de Todos”. Vicente Fox Quezada, expresidente impulsado por el pan, buscó a costa de lo que fuera desaforarlo y bajarlo de la contienda electoral, con la complicidad del pri.
Después de 18 años, de nueva cuenta la izquierda partidaria en el 2006 tuvo en la candidatura de López Obrador, la esperanza de llegar al poder, el caudillo nacionalista, se convirtió en una opción con grandes posibilidades de triunfo. Carismático, honesto y aliado de los pobres, pronto fue la mejor alternativa para muchos mexicanos. En las encuestas se mantuvo en primer lugar. El régimen panista y su partido se atrincheraron para buscar su caída, dilapidaron recursos y en complicidad con los empresarios impulsaron con fuerza el miedo entre los electores.
La izquierda no aprendió, no gobernaba, no tenía presencia territorial, no cuidó casillas, dejó que operaran los panistas en complicidad con varios gobernadores del pri y Elba Esther Gordillo también optó por Felipe Calderón Hinojosa. Al final la diferencia fue de sólo medio punto.
Con justa razón política, dolida por los resultados y atada de manos por la sentencia inapelable del trife en favor de Calderón Hinojosa, la izquierda en medio de la incertidumbre y con un movimiento social creciente, decidió enfrentar los resultados y con ello aprobó la resistencia pacífica encabezada por López Obrador.
El primero de diciembre en una gran concentración, con los ánimos encendidos y con las protestas en el zócalo, se quiso llegar al Congreso de la Unión para evitar la toma de posesión de Calderón Hinojosa. Fue Andrés Manuel quien se opuso y dirigió la marcha hacia el Auditorio Nacional, para evitar un encontrón con las fuerzas del orden que estaban preparadas y dispuestas.
Los priistas nunca dijeron nada, avalaron, callaron, pactaron, se reconfiguraron, reconstruyeron su unidad interna, dejaron que se desgastara el gobierno calderonista y la propia izquierda. Se metieron en sus trincheras y espacios de poder, desde ahí empezaron a ganar gobiernos, legislaturas y cientos de municipios, mantuvieron el corporativismo sindical y siguieron alimentando a sus estructuras partidarias con los programas sociales y asistencialistas.
Para el 2012, los años han pasado, los sexenios del blanquiazul se debilitaron rápidamente, no supieron gobernar y sí abusar. Pensaron que su lucha en contra del narcotráfico sería su bono para la continuidad y fallaron, sólo generaron miles de muertos en México. El pan dejo de ser un partido y se convirtió en agencia de colocaciones, los agarró la corrupción y perdieron todo. Su candidata fue mala, torpe y ambiciosa, sólo sirvió para abrirle la puerta de la limusina al excandidato Enrique Peña Nieto.
Después de varios años de perseverancia, de estar organizando a los ciudadanos, de batallar y denunciar las injusticias, la corrupción y los abusos del poder en nuestro país, López Obrador volvió a ser el aspirante presidencial. Con todos los claroscuros que pudo haber significado su candidatura.
Ayer, represión, exclusión, persecución y hostigamiento del pri; hoy demasiado odio y venganza estúpida de Calderón Hinojosa y sus partidarios.
En estos comicios amlo obtuvo millones de votos de las clases medias ilustradas y los jóvenes, sin embargo otros millones de pobres le dieron la espalda y votaron bajo presión por Peña Nieto. La ignorancia y el miedo ganaron —tampoco hay que justificarlos— prefirieron al pri. Calderón Hinojosa, vengativo como es, pactó su inmunidad con Peña Nieto. Los costos políticos del platón en Reforma en el 2006 cobraron factura. La propaganda negra pegó en la cara. El poder mediático fue más descarado y poderoso. Los duros del viejo pri cerraron filas y en el norte prefirieron su seguridad y comodidad económica.
A la izquierda le faltó una visión más real del país, del propio sistema político y de su propia realidad, pudo ganar. No aprendió de la reciente historia electoral nacional.
No lo sé, pero antes de que se convierta en un aparato partidario que sólo se dedica a sobrevivir, la izquierda tiene que empezar a construir desde hoy una alternativa para el 2018 que desplace al pri. No debe seguir jugando con su destino y con los ciudadanos que creen en esta opción, se lleva desde 1988 hasta 2012 trabajando para lograr dicho objetivo, no se puede esperar más.
Tiene que modernizarse, combinar el pragmatismo electoral con sus ideas, para lograr crecer y ganar gobiernos, municipios, territorio y regiones. Además hacer que la democracia representativa no siga generando más conflictos y desconfianzas. Tiene que dialogar y pasar a negociar políticamente con el nuevo gobierno. Sólo así tendrá oportunidad de avanzar y logar ser gobierno en el 2018, podrá cerrarle el paso al pan, como buenos oportunistas que lo son.
Estamos ante otros escenarios políticos interesantes, podemos ver que el candidato del pri, se ve muy debilitado ante la gente, no lo observan como un presunto presidente fuerte y con liderazgo. Después de que se limpie la elección, posiblemente sea legitimado por el trife, pero políticamente es muy débil e impopular entre bastos sectores sociales, millones de electores no querían el retorno del pri.
Algo que destacar, no hay conflictos postelectorales en estos momentos, las vías legales se están abordando por la propia izquierda y hay un movimiento juvenil que vive sus propias protestas.
De algo estoy seguro, la propia izquierda partidaria y López Obrador, han evitado que el tejido social se rompa y que se desborden las protestas sociales, la gobernabilidad no se ha puesto en peligro. Los panistas, priistas, empresarios, financieros, grupos de poder, empresas mediáticas, intelectuales orgánicos y tantos más, deberían estar agradecidos.
La izquierda no debe seguir de contenedora, tiene que renovar sus cuadros y preparar su relevo generacional, ganar espacios de poder en todo el país, presentar un nuevo rostro y tener un proyecto moderno para el país que se quiere, se debe ganar en el 2018 antes de que el pri busque quedarse otros 80 años.