La libertad de expresión a través de las redes sociales ha rebasado los límites de lo moralmente permitido. Ante la máxima que establece que la moralidad de las personas es estrictamente individual, lo que es preocupante son los actos de libertinaje que violentan la integridad de terceros.
Hace unos días apareció en Twitter la cuenta registrada como @la pedofilica en la cual casi 10 mil seguidores, de quienes me ahorraré el calificativo, intercambiaban una serie de fotografías con pornografía infantil, un delito que hasta donde sabemos es severamente castigado en nuestro país. A partir de una atinada solicitud de RT para exhibir el delito y por ende a quienes osaron en seguir dicha cuenta, la cual por cierto ya fue cancelada, comprendí que pese al constante rechazo que existe a que se legisle respecto a las redes sociales, la realidad es que la libertad de expresión nos supera.
Hablar de limites en lo que tenemos derecho a decir, opinar o calificar de forma individual se torna complejo, sin embargo ante el inminente auge de las redes sociales es indispensable establecer reglas que no sólo regulen, prohíban o establezcan límites, sino sancionen a quienes incumplan con las mismas. Las imágenes difundidas a través de Twitter en dicha cuenta no sólo ponen en evidencia la falta de calidad humana de quienes participan en actos sexuales tan despreciables con menores de edad, a quienes no sólo se les agrede física y moralmente, sino se les impide un desarrollo humano sano y armónico. A partir de la existencia de cuentas tan agresivamente grotescas, los legisladores de nuestro país deberán analizar la posibilidad de crear leyes que si bien no coarten la libertad y el derecho de expresión de los usuarios, juzgue y castigue la pedofilia.
Aunque la libertad de expresión es un término que se aplica meramente en la libertad de opinar sobre un acto, un hecho o una persona no implican la inducción hacia algo. Dicha cuenta inducía a los usuarios, por diferentes razones, quizá inexplicables, a ser parte de un grave delito en el que somos coparticipes, por ende es ahí donde debe haber límites, restricciones y castigos.
Podrán nuestros representantes populares crear leyes que impidan el mal uso de las redes sociales en donde se induzca o utilicen recursos sexuales para influir o generar interés en actos de esta naturaleza que trasgreden la integridad de terceros, como la pedofilia.