Que alguien le explique. Y es que el exdiputado federal Óscar Aguilar perdió la poca cordura y sensatez que podía tener en lo más profundo de su ser, al levantar la mano para la candidatura priista a la presidencia municipal de Puebla.
La ausencia de dignidad política es un común denominador de los políticos poblanos hoy en día, sin embargo el exfuncionario melquiadista rebasó los límites permitidos y se ha convertido en la peor broma entre sus compañeros priistas quienes, en algunos casos, han tenido que esconderse del personaje en cuestión, pues nada más no saben como quitárselo de encima.
Y es que tirarle para arriba para ganar un lugar abajo, es más que una simple costumbre de los actores políticos en nuestro país, hasta ahí absurdamente comprensible pero creer que se tienen posibilidades reales de obtener una posición por que "gracias a tu carrera política y logros lo mereces", como dicen que advierte Óscar Aguilar, es ya un verdadero acto de incongruencia que no merece el menor de los respetos.
Hay que recordar que el exlegislador ha logrado sus cargos políticos, sin demeritar su esfuerzo, a través de amenazas y escándalos internos en su partido. Cada tres años intenta ser parte de la lista que aspira a la presidencia municipal a fin de lograr, en el periodo de negociaciones y sin rupturas internas en el tricolor, un espacio en la curul en turno.
Lo que Óscar Aguilar no sabe es que en esta ocasión, advierten en corto sus líderes, no permitirán berrinches ni amenazas de aquéllos que no se sumen a lo ya casi decidido en los altos mandos partidistas y en eso se incluyen los primeros lugares de la lista de candidatos plurinominales (si es que pretende saltarse la campaña).
Dicen los que saben, que esta vez, todas las decisiones serán tomadas desde la ciudad de México y los espacios para competir son prácticamente compromisos del mismísimo presidente electo Enrique Peña Nieto y entre ellos, por lo menos en la primera lista, no se encuentra el nombre de Óscar Aguilar.
Que alguien le explique. Por favor.
Una vieja tradición de los actores políticos
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