Justamente hace un año, tras la victoria del PRI en la campaña presidencial, se especuló que para la elección de este 2013 el tricolor contaría con la estructura federal para contrarrestar el poderío electoral del gobierno morenovallista, para pelearle el Congreso del estado y Puebla capital.
La especulación creció cuando el gobierno de Peña Nieto colgó en su sala de trofeos la cabeza de Elba Esther Gordillo, lo cual presagiaba un infierno para su ahijado político en Puebla.
De ahí que el priismo poblano construyera gigantes castillos en el aire, en espera de que apareciera en esta elección la estructura de los delegados federales, con la carretada de programas sociales que estos manejan; al igual que esperaban y contaban los días para que llegara la bomba mediática que desmoronaría la imagen del gobierno poblano y de paso la de los candidatos de la alianza multicolor.
Para mala fortuna del priismo poblano, la elección de Puebla no estaba en la agenda de Peña Nieto. Por el contrario, los comicios en nuestro estado le estorbaban a la ambiciosa agenda legislativa proyectada desde Los Pinos.
De ahí que el presidente y sus verdaderos operadores no hayan movido los hilos para mover la elección de Puebla, dejando al gobernador que se despachara con la cuchara grande sin que la Federación haya puesto objeción alguna.
Es evidente que tanto la Reforma Energética como la Reforma Hacendaria estuvieron por encima de la elección de Puebla, al igual que la de Baja California.
No sería extraño que a partir de hoy los temas prioritarios de Los Pinos fluyan velozmente con el aval de los partidos opositores.
La elección de los gobernadores
Basta con observar los resultados electorales en los estados donde hubo elecciones para darnos cuenta que todas fueron auténticas elecciones “de Estado”.
Así, “de Estado”, en toda la extensión de la palabra. Estado como entidad federativa y Estado como poder gubernamental.
Salta a la vista que esta vez Enrique Peña Nieto dejó a todos los gobernadores operar su elección libremente, sin importar su militancia partidista.
De esta forma, gobernadores como los de Veracruz, Hidalgo y Tlaxcala, por citar a los vecinos, dieron el manotazo en favor de su partido, el PRI, mientras que Rafael Moreno Valle y Gabino Cué se agenciaron triunfos para sus alianzas multicolores.
Esa es la línea de comportamiento de las elecciones intermedias.
No hay que olvidar que Mario Marín, en medio del escándalo de Lydia Cacho, se llevó el carro completo ganando 25 de 26 diputaciones, incluida la presidencia municipal de la capital con sus seis distritos.
De esta forma, la coalición de Moreno Valle se quedará con 22 de 26 distritos, salvo Tehuacán, San Martín, Tepeaca y Zacatlán, con las principales cabeceras del estado y la mayoría de municipios.
Lozano, un delincuente electoral
De acuerdo con el Código de Defensa Social del Estado de Puebla, el senador Javier Lozano Alarcón cometió un delito electoral por haber votado sin aparecer en la lista electoral.
El ordenamiento penal dice textualmente: “Se multará de diez a cien días de salario y se impondrá de seis meses a tres años de prisión, a quien vote o trate de votar en contra de una disposición de ley”.
En ese sentido, se tipifica la conducta de Lozano Alarcón, toda vez que votó sin aparecer en la lista del IEE, tal y como él mismo lo confesó.
En una absurda defensa, el también vocero de la coalición argumentó que los funcionarios de casilla le dieron las boletas sin checar la lista, lo cual, además de absurdo, no lo exime de la violación legal.
Por si fuera poco, este sufragio es una causa de nulidad de la casilla, debido a que el Código Electoral en su artículo 377 determina que es causa de nulidad de una casilla cuando se permita votar a un ciudadano que no aparezca en el padrón.
Además de que el artículo 380 se determina que se restará de la votación total el cómputo de esa casilla, donde se haya permitido votar a un ciudadano no registrado.
Así las cosas. Además de haber cometido un delito electoral, el senador Lozano provocó que se anule la casilla completa, en un acto que daña a todos los que votaron en esa misma casilla.
Y aunque la consejera Olga Lazcano haya intentado lavar las culpas de Lozano diciendo que se anularía su voto, la realidad es que debe ser anulada toda la casilla, en apego al Código Electoral, y además se le debe iniciar un proceso penal al senador.
Afortunadamente, con el amplio margen de diferencia de la elección en Puebla, la imprudencia del Javier Lozano no pondrá en riesgo ningún resultado, pero eso no borra la comisión del delito.
Veremos si se actúa en consecuencia.
Los tiempos de Puebla no fueron los de Peña
PUBLICIDAD