El día de hoy aficionados taurinos de México y España nos hemos despertado con la noticia de la muerte del torero Antonio Corbacho, verdadero MAESTRO —así, con mayúsculas— de toreros, y más valoramos su pérdida quienes, gracias a Dios tenemos la bendita oportunidad de estar dentro de la fiesta y cerca de callejones y el campo bravo. Al saberse de su fallecimiento entre tantos comentarios, todos muy positivos desde luego, no faltaron los “aventados” que le asignan haber sido el descubridor, ni más ni menos que de José Tomás.
La verdad sea dicha, el verdadero descubridor del llamado “Príncipe de Galapagar” es su tío abuelo, don Adolfo Martín, hermano del célebre ganadero, quien en su casa de toros criar, la de los “Vitorinos”, ahí en esas dehesas dio sus primeros pasos en el caminar taurino José Tomás de la mano de su tío abuelo, fue él quien le llevó a ver sus primeras corridas de toros y quien en los tentaderos de casa le enseñó — literalmente— a tomar y manejar capotes y muletas. Pero, también hay que decirlo y muy justo es, fue Corbacho quien por encargo de la familia pagó honorarios y costos para que el Maestro de quien hoy lamentamos su partida le llevará profesionalmente, fue Antonio Corbacho quien desde novillero se encargó de instruir al torero que hoy por hoy es la máxima figura y verdadero figurón de época.
También hay que decirlo, el de Galapagar tuvo y sigue teniendo en su mente la guía, el ejemplo que él se ha propuesto seguir, que no imitar, de las figuras del “El Monstruo de Córdoba” Manuel Rodríguez “Manolete” y de otro torero más de nuestros días, torero “pura verdad” de quien con los ejemplos de Corbacho, José Tomás se ha forjado: Francisco “Paco” Ojeda. Al Maestro Corbacho le queda el invaluable mérito de haber sido el llevandero, como decimos en el argot taurino, del torero caro qué es José Tomás.
Y cuando hablamos de llevandero tenemos que hacer mención de lo que tanto hemos criticado de quienes llevan a los aspirantes a toreros: los gritos e indicaciones desde el callejón. Pero, una cosa es lo que gritan quienes gritan sin saber lo que gritan y otra cosa muy distinta es la sapiencia, verdadera entrega, conocimiento de las suertes, los terrenos del toro, que Corbacho supo manejar como nadie más, en plan de Maestro, excedido a veces en su pasión y energía, pero los resultados ahí están, palpables, en la brillante carrera de José Tomás. Y no sólo él bebió del rico manantial de su sabiduría, otro madrileño Julián López “El Juli”, lo hizo después y más recientemente otro, que va para figurón, el de Albacete, Alejandro Talavante. Y de los nuestros, durante su estadía de formación en la península: Enrique “El Cuate” Espinosa, Jerónimo y Mariano del Olmo, entre varios. Otra historia es la vivida por Arturo Macías “El Cejas”, a quien lamentablemente no se le dieron bien las cosas y la dureza, energía y demasía al exigir del Maestro, así como la dureza de los lotes y los encierros le hicieron sufrir serios percances; cornadas y cogidas que no son de las de gratis, y no se le desean a nadie. Pero sin duda esta dura experiencia ha ayudado en la formación del triunfador de Aguas.
Se ha ido Antonio Corbacho después de larga y sufrida enfermedad, Hepatitis crónica y sus complicaciones y secuelas, sin duda su ejemplo podrá, y será imitado por muchos gritones en los callejones; pero con la sapiencia, el conocimiento y el profundo afán de formar toreros, como él lo hacía: Nadie.