Descubrir que el gobierno morenovallista decidió desaparecer de un día para otro las delegaciones de Vialidad en todo el territorio estatal nos demuestra que vivimos desde hace mucho tiempo en tierra de nadie.
Si usted tiene un problema vial no podrá ser atendido, porque simple y sencillamente desaparecieron los agentes de tránsito.
Con el pretexto de un curso se dictó la orden de cerrar las delegaciones, sin importar los riesgos que representa que los ciudadanos no tengan a dónde acudir en caso de un incidente o un accidente de tránsito.
Todo indica que la desaparición de estas delegaciones es el preámbulo de una compleja reingeniería de la estructura de gobierno, la cual pretende quitar las funciones operativas a diversas dependencias, para fortalecer a la Contraloría del estado, la cual se convertirá en una súper secretaría.
Aunque para lograrlo pongan en serios predicamentos a los ciudadanos, que al acudir a una delegación de tránsito encuentran oficinas vacías, sin que nadie les pueda ayudar a resolver sus conflictos.
Al paso que vamos, terminaremos haciéndonos justicia por nuestros propios medios.
 
El embajador que vino a conquistar Puebla
Este día aprovecharé mi columna para darle un valioso consejo al lector. Si usted en alguna ocasión se topa de frente con el secretario de Educación Pública, Jorge Alberto Lozoya, le recomiendo no olvidar decirle —previa caravana— “Señor Embajador”, evitándose así la pena de ser exhibido en público.
Ya es común en los pasillos de la SEP ver a los funcionarios practicar tanto la caravana como el saludo a su jefe, para evitar una rabieta del funcionario morenovallista.
Quienes olvidan decirle “Señor Embajador” y lo saludan como “Señor Secretario” son corregidos de inmediato por el mismísimo titular de la SEP.
Hay que recordar que Jorge Alberto Lozoya cuanta con una amplia carrera diplomática, la cual lo llevó a ser embajador de México en países como Malasia e Israel.
De acuerdo con el lenguaje de la diplomacia, quienes alcanzan la distinción de ser embajadores no pierden ese título al dejar el cargo. De por vida pueden seguir siendo llamados embajadores.
Sin embargo, ese pomposo ceremonial diplomático nada tiene que ver con la función que desempeña el señor Lozoya en Puebla, en donde cobra como secretario de Educación Pública. 
No es un insulto decirle “Secretario”, cuando fue contratado como tal, no como embajador.
Lamentablemente, mientras el señor se preocupa por no perder el estatus de embajador, el sistema educativo pierde su esencia, por estar manejado por personajes ajenos al magisterio poblano.
Lo que parece un asunto menor termina siendo mayor cuando nos damos cuenta de que todos estos fuereños hacen y deshacen en nuestro estado, como si pertenecieran a la nobleza inglesa.
Pero si el Señor de los Cerros se dice doctor sin ser doctor, ¿por qué su secretario no iba a exigir que le digan “Señor Embajador”?