Carlos Zurita García, actual subsecretario de Transporte de la ST, encabeza desde esa dependencia a una nueva “mafia” de transportistas que controlan los negocios que implican el otorgamiento de concesiones y la complacencia “legal” para las rutas aliadas.
Zurita García orquestó desde 2008 una red de complicidades que le permiten en la actualidad tener el control del transporte para el beneficio de su grupo de amigos, integrado por el diputado panista Jorge Garcilazo Alcántara, actual presidente de la Comisión del Transporte del Congreso local.
Benjamin González Loyola es uno de los permisionarios que mayores beneficios ha obtenido de esta dependencia al ser uno de los principales accionistas del sistema RUTA.
Miguel Ángel Aceves, concesionario de la ruta Azteca y también accionista del sistema RUTA. Sebastián Lagunes Reyes, secretario particular del subsecretario Zurita y exapoderado legal de la ruta Bicentenario A, y Luis Edgar García Aguilar, director operativo de la dependencia estatal y encargado de la protección de las rutas aliadas.
En los sexenios panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, Carlos Zurita García fungió como un alto funcionario de la delegación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) Federal.
Aprovechando su posición, Zurita García se convirtió en gestor de la empresa de autobuses Estrella Roja, incluso asistió a diversas reuniones de trabajo convocadas por la SCT estatal.
En los años 2008 y 2009, Carlos Zurita insistentemente solicitó a las autoridades estatales autorizar a diversas rutas federales realizar ascensos y descensos en varios puntos de Puebla capital. Su petición fue rechazada en detrimento de los intereses de los autobuses Estrella Roja.
En agosto de este año, Zurita García fue el “invitado especial” de Estrella Roja para viajar a España y Francia, acompañado de altos ejecutivos de la empresa, con el único propósito de conocer el sistema de prepago del sistema RUTA.
 
Doble discurso
Como alto funcionario de la delegación de Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Carlos Zurita prohibió que las unidades de baja capacidad, como micros y vans, circularan por las carreteras federales. Sin embargo, ahora como subsecretario del Transporte las autorizó.
En el caso de la ruta Bicentenario B, que va del Cereso a Valsequillo, CCU y Momoxpan, Zurita se despachó con la cuchara grande para beneficiar con concesiones a sus amigos.
En la ruta Bicentenario B dan servicio 30 unidades; 15 de ellas pertenecen a la empresa Estrella Roja, a estas últimas Zurita García les dio una ampliación de itinerario: del Cereso de San Miguel sobre Periférico hasta Amozoc y le permitió a Estrella Roja ampliar su parque vehicular de 15 a 30 unidades.
Tras el accidente de un autobús de la ruta Bicentenario A, Carlos Zurita ve la oportunidad de meter a sus amigos de Estrella Roja. En primera instancia canceló la concesión de la ruta Bicentenario, con el pretexto de que falleció un pasajero y autorizó a Rápidos Estrella Roja brindar el servicio en el Periférico.
Pero, como siempre, el subsecretario del Transporte tiene un doble discurso. Si realmente le preocupa la integridad de los pasajeros, entonces por qué no se les ha cancelado la concesión a los permisionarios del sistema RUTA, que en el corto plazo de brindar el servicio han provocado la muerte de dos pasajeros.
Incluso, para este mes, Carlos Zurita beneficiará a otro amigo suyo: Benjamin González Loyola, del sistema RUTA, con más concesiones.
 
Ineficiente, el servicio del transporte público
Si el subsecretario de Transporte aplicará la ley como lo hizo recientemente en el caso de la ruta Bicentenario A, Puebla se quedaría sin transporte público, toda vez que el servicio es, a todas luces, ineficiente. 
Los conductores de las unidades de transporte público incurren en diferentes fallas y carencias en la prestación del servicio.
Los camiones y microbuses de transporte están sucios por dentro y por fuera, y despiden malos olores.
Los pasamanos están sin pintar, sucios e inseguros por estar mal fijados en el techo. Cientos de camiones tienen más de 10 años de antigüedad y muchos sólo cuentan con un timbre para hacer la parada, estando éste sucio y su sonido es bajo o no funciona.
Los vidrios de las ventanas están sucios y en mal estado. El toldo corredizo que tienen las unidades de transporte, los conductores los abren desde las 7 horas y el frío entra por todos lados en detrimento para los usuarios. Los fines de semana circulan microbuses hasta de 20 años de antigüedad.
Los conductores hacen uso excesivo del claxon; el auto estéreo está permanentemente a todo volumen y han instalado bocinas adelante y atrás, resultando insoportable el viaje.
En la noche no encienden las luces interiores, sólo ponen luces LED, por lo que el viaje se realiza en penumbras. La llanta de refacción está en la parte baja de los asientos, lo que resulta sumamente incómodo para que los pasajeros puedan sentarse.
Los ayudantes de los conductores viajan a un lado de ellos, así como diferentes mujeres y hasta niños, distrayéndolos. Los conductores manejan, van hablando por celular y enviando mensajes. Los operadores se ven sucios y con mal aspecto. Circulan a alta velocidad para ganar pasaje, se pasan los altos, las puertas siempre las llevan abiertas y la mayoría de las unidades del transporte público de pasajeros emiten una gran cantidad de contaminación.
Sin embargo, el subsecretario del Transporte se pasa por alto todas estas anomalías. Está más preocupado por cuidar sus intereses y los de sus amigos.