Desde que se hizo público el cobarde asesinato de Karla López Albert, era obligado esperar el dictamen de la Procuraduría de Justicia para conocer el resultado de las investigaciones de su muerte.
Sorprendentemente, el día de ayer el gobernador Moreno Valle perdió los estribos y, en una desafortunada declaración, agravó la crisis mediática de su gobierno al responder a los reporteros que el caso Karla no era tema y que no podían hacer más.
La falta de pericia en el manejo de esta investigación ha provocado que un delito que pudo haber sido atendido y resuelto de manera profesional por la Procuraduría los esté sumiendo en un escándalo social.
Por increíble que parezca, la falta de un equipo eficiente en control de crisis tiene hoy al gobierno del estado metido en un problema que debió haber terminado como un lamentable homicidio, sin responsabilidad gubernamental.
Hoy en las redes sociales de Puebla el tema sigue predominando, sin que se conozca una versión convincente para una sociedad ávida de explicaciones y respuestas.
El letargo informativo de la PGJ ha provocado que la sociedad haya emitido su veredicto, en donde sólo ve a dos culpables: a Manuel Forcelledo, como presunto homicida, y al gobierno del estado por sus yerros en su incapacidad de investigación y respuesta.
Y lo peor de todo es que, con sus últimas declaraciones, el gobernador se metió de lleno al ojo del huracán.
 
El blindaje al gabinete
El Poder Legislativo del grupo morenovallista en el Congreso del estado continúa callando a cualquiera que pueda decir algo en su contra. Lo que vimos en la anterior Legislatura terminará como un juego de niños ante las imposiciones que ejercerá la aplanadora multipartidista sobre la endeble oposición conformada por 10 diputados, entre priistas y ecologistas.
Quienes pensaban que habían visto todo en materia legislativa en Puebla, lamento decirles que se equivocaron. En apenas unos días hemos visto los primeros esbozos de lo que serán los excesos de la LIX Legislatura, la cual promete pasar a la historia por sus acciones de sumisión a los intereses del ejecutivo.
El día de ayer se hizo público el formato de las “comparecencias” de los miembros del gabinete estatal, el cual, francamente, raya en lo absurdo. De entrada, sólo van a comparecer ante el pleno cuatro de los 12 titulares del gabinete, lo cual es un despropósito para el fin que, en teoría, persiguen las mal llamadas comparecencias.
Además, el calendario se hizo a modo para justificar la supuesta rendición de cuentas, aunque en realidad este formato impedirá que los diputados pudieran solicitar información para conocer los detalles del endeudamiento del estado a través de los de los PPS o las condiciones financieras en las que fue adquirida la rueda de la fortuna y exigir cuentas sobre el crecimiento de la población en extrema pobreza, por citar sólo unos casos.
Desafortunadamente, uno de los pocos ejercicios de rendición de cuentas que contemplaba la ley terminará en una farsa de cuatro comparecencias de secretarios en el pleno, en donde abundarán alabanzas de los diputados de la alianza multicolor.
Entre los muchos absurdos de este acuerdo partidista salta a la vista que en este calendario Desarrollo Rural se incluyó en el sector económico y no el social, pese a que por su propia naturaleza el campo reviste un interés de carácter social; tan es así que a nivel federal es una de las áreas prioritarias en la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Por si fuera poco, para las comparecencias sólo podrá haber cuatro preguntas “incómodas” hacia los secretarios del gabinete y se espera que éstas sean del PRI y Verde, que presuntamente son los menos agachados, sin descartar una eventual participación crítica de Movimiento Ciudadano.
Sobra decir que los otros seis representantes del PAN, PRD, PT, Nueva Alianza, Compromiso por Puebla, Pacto Social y, por supuesto, Compromiso por Puebla realizarán su acostumbrada felación política, acción a la que están plenamente ambientados.
Así las cosas, los miembros de esta Legislatura confirman que están dispuestos a superar el entreguismo mostrado por sus antecesores, quienes —créanme— hicieron un enorme esfuerzo para hacer del servilismo un estilo de legislar.