1. Cuando Juan de Dios Ramírez Montiel —filósofo, constructor, combatiente social y regular cafetómano— camina, se pronuncia exaltadamente, busca abogados competentes para conseguir amparos gratuitos o casi gratuitos, mitinea o marcha, en defensa de la naturaleza y del acceso de todos los seres humanos, incluyendo los poblanos pobres, al agua potable, con drenajes obligados; no hace absolutamente nada fuera de lo normal, cuando se asumen responsabilidades sociales. 
2. Afortunadamente, para este combatiente social, como para otros, su grado de información, comunicación, politización e ideologización lo han convertido en un poblano que ha obtenido el rango de conciencia necesaria para hacer lo que hace, sin más recompensa que pronunciarse con sus pares concientizados.
2.1. Este logro fue posible a sus lecturas, discusiones, encuentros, agregadas estas acciones a su inteligencia, cuya racionalidad le permite discernir lo bueno social de lo malo gubernamental.
3. Lo inquietante para este cuerpo de izquierda social alejado de cualquier partido político ¿de izquierda? es que las grandes masas afectadas por la explotación anti-racional de las minas o la privatización del suministro del agua potable o la introducción de drenaje no son de la conocencia masiva, por razones conocidas:
a) La mayoría de los poblanos somos analfabetos funcionales. Aprendimos a leer y escribir, racionalizamos algo de números, somos ajenos a la cultura estadística, pero lo más degradante es nuestra incapacidad para entender que sin información metodizada diaria continuaremos con el atraso en desarrollo social.  
b) Como no adquirimos un periódico, una revista o escuchamos un programa de radio o de TV que nos ponga al tanto de la cotidianidad, entre ella cualquier medida que nos afecte, estamos indefensos ante cualquier acto de cualquier tipo de gobierno que nos afecte.
4. La privatización del surtido de agua potable para el vecindario, que incluye el drenaje, no es más que un negocio que determinado tipo de gobierno realiza para ingresar más recursos económicos a sus arcas.
4.1. Como es un acto normal en una democracia electoral, no tienen los privatizadores las obligaciones de:
a) Consultar con la ciudadanía.
b) Y en caso aprobatorio, exponer obligadamente las ventajas y desventajas de que un organismo público se convierta en privado, buscando, en consecuencia, las ganancias legítimas de un negocio, y sobre todo en qué beneficia a la comunidad total. 
c) Aunque en este caso es un acto monopolizador sobre una organización que tiene miles de millones de pesos invertidos durante años en tendidos de tubería, llaves, pozos extractores, más la introducción a las zonas marginadas, reparaciones y mantenimiento permanente.
5. Debo mencionar que quien busca en internet reversión a la privatización de empresas de agua encontraría ejemplos tan notables como el de Barcelona, España, que no es precisamente una aldea, sino que es mundialmente una “sociedad del conocimiento y de la inteligencia”. Pues bien, que tan mal lo hizo la empresa privada como en tantas ciudades latinoamericanas que se está realizando en estos minutos la reversión de lo privado a lo público.
¿Por qué no hay decenas de miles en las calles protestando contra una imposición manifiesta? Simplemente: ignoran los paganos y las paganas este suceso, pues no tienen ninguna fuente de información. 
6. Para impedir la realización del negocio tendrían que armarse los defensores de lo público de una vasta información histórica, biológica, ecológica, sociológica y antropológica, donde el postulado sea tan simple como la evolución del planeta:
El agua es una sustancia innata para cualquier ser vivo. La especie humana contiene en su morfología algo más de 90 por ciento. En consecuencia, solamente tribunales internacionales podrían dar la razón a todos aquellos que son seres vivos pertenecientes a la especie humana.
 
Nuestra casa
Sueño con que algún día los restaurantes de comida criolla tengan gerentes o propietarios que entiendan que la dulcería o postrería criolla es indispensable para cerrar la comida o la cena, amén de ofertar para quien le agrade esa pastelería de corte europeo que jamás encontré en ninguno de mis diversos viajes al viejo continente.