El hombre “manotea”, “vocifera” y se pasea con su saco al hombro “totalmente Palacio”, para negarse a la entrega de una propiedad; el servidor público se llama César Joaquín Sánchez Zepeda, es el titular de la Agencia Especializada en Robo de Vehículos y Asaltos a Transporte, y, sin lugar a dudas, ocupa el primer lugar en soberbia, prepotencia y en abusos de los funcionarios de la Procuraduría General de Justicia (PGJ).
El funcionario de la administración morenovallista, gente cercanísima al procurador general de Justicia, Víctor Antonio Carranca Bourget, se ha negado de manera sistemática a entregar una propiedad ubicada en la calle Ignacio Zaragoza 25 de la junta auxiliar Romero Vargas, que fue asegurada por la PGJ, a través del Ministerio Público, dentro de una investigación de robo de vehículos y donde el propietario de la misma ha demostrado que su local estuvo involucrado.
Al propietario lo han traído “del tingo al tango”, que vaya a esta oficina, que vaya a la otra, que vuelva a acreditar la propiedad, que traiga tantas copias y como última hazaña se pasó por el “arco del triunfo” un oficio signado por la Dirección General Jurídico Consultiva y de Estudios Legislativos de la PGJ donde le solicitan atender de inmediato el asunto.
La respuesta del funcionario “totalmente Palacio” fue darle la espalda al solicitante y a su abogado, tratándolos de la forma más déspota que se pueda tratar a un ciudadano y, palabras menos, palabras más, les dejó entrever que “nadie le da órdenes, ni siquiera el procurador”.
Y le comentó que no faltó quien pensara que “este funcionario quiere algo más que un saludo de mano”.
¿De a cómo?
 
Del acoso a la venganza 
La Procuraduría General de Justicia, a través del Ministerio Público de la Delegación Centro, ejerció acción penal en contra de una mujer de 27 años de edad —Erika N—, acusada de robo en agravio de la tienda Suburbia, de la sucursal que se ubica en donde por muchos años funcionó el mercado La Victoria.
Erika fue acusada de sustraer tres bolsas y un pantalón sin pagarlos, de acuerdo al señalamiento de uno de los empleados de seguridad, cuyo nombre por el momento no ha sido revelado.
La agente del Ministerio Público no utilizó ni el criterio ni dejó que la sospechosa pudiera defenderse, sólo dio entrada a la denuncia y como se trata de una tienda comercial “generosa”, la acusada pasó de inmediato a ser consignada y poco le faltó para ser “linchada”; todo, con tal de quedar bien con los “generosos” empresarios.
Nunca se les ocurrió prestar atención a la historia de la detenida, no checaron que a esta joven mujer el empleado en otras ocasiones la había acosado y como no obtuvo respuesta fue blanco de un “chalequito”.
Erika fue detenida la tarde del martes, ella había adquirido una prenda de vestir y ya se retiraba cuando el guardia le cerró el paso, le dijo que le dejara ver la bolsa que llevaba, donde ella guardaba el uniforme de karate de su hijo, su ropa del gimnasio, además de una bolsa con cosméticos y otros valores más, a los que les fueron anexadas las “prendas robadas”.
Nadie le hizo caso, fue consignada por un robo que no pasa de los 900 pesos, sin derecho a tener libertad mediante el pago de una fianza.
Y es que la agente del Ministerio Público dijo que si el delito hubiera ocurrido durante la mañana entonces sí se puede, pero en la tarde no.
Cosas de la burocracia. 
 
Cuautlancingo, en medio del oscurantismo
Circulan en camionetas de lujo, presumen rifles de asalto, no son policías, tampoco de ningún grupo de inteligencia. 
El bulevar Forjadores es suyo, sobre todo durante la noche.
Todos los ven, menos la policía.
“Señor Ponce de León, soy vecino de algún lugar de Cuautlancingo, regresaba en mi vehículo con mi familia, habíamos ido a una fiesta, cuando se nos cerro una camioneta lujosa de donde bajaron sujetos con armas largas, nos ordenaron que nos bajáramos, a todos nos registraron, registraron el automóvil, me pidieron mi credencial de elector y anotaron todos mis datos, luego me la regresaron.
”Me preguntaron a donde trabajaba y que hacía yo a esa hora, les dije que venía de una fiesta y me dijeron que abordara mi unidad y que me retirara. En todo momento en que fuimos registrados nos ordenaron que no levantáramos la cara.
”Luego se fueron”.
Hasta aquí la carta.
¿Quiénes son?
¿Qué hacen en Cuautlancingo?
¿Qué está haciendo al respecto el presidente municipal?
Nos vemos cuando nos veamos.