1. Ser masón es ser hombre libre.
Luchador permanente por la democracia.
Líder iniciático en todo el hemisferio occidental de la búsqueda de la dignidad humana ahí donde se encuentre un hombre.
Libertario desde su iniciación hasta su integración o retorno en despojos o en cenizas a la naturaleza.
Creyente profundo por dogmático en la existencia de “Él”, también denominado “El Innombrable”.
Ningún ciudadano puede ser tan profundamente religioso como lo es un masón de rangos medios. 
2. Estas cualidades anotadas no nacieron entre los masones mexicanos de todos los tiempos en forma taumatúrgica. Fueron edificadas bajo la obediencia irrestricta hacia rituales centenarios, copiados algunos de ellos de otros milenarios como los practicados por los sacerdocios de civilizaciones ahora desaparecidas. También fueron engendradas por una meticulosa educación basada en la ostentación de saberes, admitiendo públicamente con humildad la existencia de otros seres humanos superiores en inteligencia o conocimientos.
3. El masón desde sus inicios es informado.
Secundariamente, es obligado a practicar en forma permanente el ejercicio de la comunicación.
De ahí se le politiza, entendiendo por tal el acceso a su determinación personal para adquirir compromisos sociales.
Cumplido lo anterior, la ideologización se da en forma natural, comprometiéndose a practicar en su modus vivendi el ejercicio moral consistente.
Estas fases crean —si son debidamente estructuradas— la concientización para un bien vivir en una buena sociedad.
4. Pero “hete aquí” (Pedro Ángel Palou–El Viejo) que de pronto los paradigmas de todo signo en todo el planeta nuestro empiezan a evolucionar y en estos momentos ya es visible “la desaparición de ideas modernas por otras contemporáneas”, creando el caos de la incertidumbre (Francis Fukuyama), sintetizado todo ello como la extinción de las ideologías. 
Una muestra acabada de ello es la última declaración de diversos cuerpos nacionales, en un somero manifiesto firmado y fechado hace días en Aguascalientes, Aguascalientes. 
Léalo y analice si le place los compromisos de los líderes libertarios actuales, herederos de todas las guerras civiles, revoluciones y asonadas de Iberoamérica:
I. La masonería se manifiesta a favor de las causas libertarias y progresistas, defiende con energía la libertad de pensamiento y de conciencia; y combate los vicios políticos, económicos, sociales.
II. El ejemplo de Juárez, como estadista de Ley y Paz, tiene que ser un referente para nuestros gobernantes de cómo mantener la dignidad de su territorio y, al mismo tiempo, generar bienestar a su pueblo. Rechazamos toda imposición ideológica, abuso de autoridad y privación de la libertad para acallar conciencias.
III. Exigimos que el gobierno mexicano elimine cualquier tipo de represión en contra de los luchadores sociales y garantice el respeto a las libertades de manifestación y expresión de las ideas.
IV. Demandamos el respeto absoluto al Estado laico.
V. Manifestamos que el Estado no debe deslindarse de su obligación de fortalecer la escuela pública y garantizar la educación laica, gratuita y obligatoria.
VI. Rechazamos las prácticas discriminatorias contra la libertad, pluralidad y diversidad de la humanidad.
VII. Las reformas constitucionales y sus leyes reglamentarias aprobadas en el Congreso de la Unión, tienen que generar mayor progreso social y mejoramiento en la calidad de vida de los mexicanos. A nadie beneficia el crecimiento de una economía que sólo genere mayor desempleo y bajos salarios, y no reduzca las causas de la pobreza.
 
Nuestra casa
En el último libro de Guillermo Pacheco Pulido, denominado La Universalidad, el principio básico de los derechos humanos, menciona, en la página 2, a Isabel Pedraza, investigadora de nuestra BUAP, como coparticipe sobre el hallazgo de la “partícula de Dios”. Honor a quien honor merece.