Durante cinco meses la movilidad de una de las más importantes avenidas de Puebla se vio trastocada, alterada. La construcción de una ciclopista, que estará disponible a partir de este fin de semana sobre el bulevar Atlixcáyotl, pegó fuerte en la vida cotidiana de los habitantes de la zona metropolitana.
Cientos de miles de usuarios de la ruta ubicada en la parte de mayor plusvalía del estado vivieron momentos de crispación en su horario habitual, al salir o llegar a desarrollos habitacionales destinados para clases medias y altas de la entidad, con la colocación de una enorme estructura metálica, dispuesta por el gobierno del estado.
Al malestar ocasionado por los trabajos de infraestructura en esa zona clasemediera se debe añadir un elemento que no es menor: la seguridad de los usuarios de un espacio lúdico que fue diseñado sin observar los mínimos estándares de seguridad, según se puede ver en los criterios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. 
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana 037-SCT2-2012, en la que con claridad se puede leer que “es necesario establecer los criterios generales que han de atenderse para el diseño y colocación de barreas de protección en las carreteras y vialidades urbanas de jurisdicción federal, estatal y municipa”, es decir, las condiciones en las que operará la ciclopista no son las más seguras.
En el apartado de casos especiales (5.2.1.4.) se establece que “La necesidad de una barrera de orilla de corona (OD-4.1) en zonas donde peatones o ciclistas convivan de forma habitual con el tránsito vehicular de la carretera o de la vialidad urbana, depende de la intensidad de tránsito vehicular y peatonal en cada caso particular”.
Variables como el volumen del parque vehicular, las dimensiones de automotores y la velocidad alcanzada sobre la vía Atlixcáyotl fueron desatendidas por los orquestadores de la modernización que conduce de manera irreductible a la trivialización del espacio público en la zona de Angelópolis.
Además, se advierte que no existe distancia suficiente entre el arroyo vehicular y “barrera de orilla de corona” para la protección del ciclista, define la NOM Oficial.
Otro aspecto es que los materiales de los que fueron hechos los postes colocados al borde del flujo vial a manera de protección adolecen de las condiciones necesarias para contener el impacto vehicular y así evitar accidentes.
Según “Report 350 Recommended Procedures for the safety Performance Evaluation Haighway Features, National Cooperative Highway Research Program”, documento de los Estados Unidos que sirvió de base a la SCT para el diseño de la NOM Oficial, en una escala del 1 al 6, el nivel de contención debe ser de nivel 5 en ese lugar. Esos criterios pueden ser consultados en http://www.sct.gob.mx/fileadmin/_migrated/content_uploads/NOM-037-SCT2-2012_barreras_de_proteccion_en_carreteras_y_vialidades_urbanas_14_sep_12.pdf.
El peligro acecha, es un hecho. 
Las deficiencias en materia de seguridad en esta obra, que será anunciada con toda la parafernalia habitual en los próximos días, debieron haber sido señaladas en primera instancia por el sistema municipal de Protección Civil de San Andrés, cuyo presidente municipal, Leoncio Paisano, es un panista convertido en figura decorativa de los empeños del gobernador del estado.  
Tocaba también al Sistema Estatal de Protección Civil, dependiente de la Secretaría General de Gobierno y, por tanto, subalterno de la misma figura política; y en todo caso, también la Secretaría de Infraestructura, a cargo de Cabalan Macari, un funcionario sin más conocimiento en materia de ingeniería vial que la de circular todos hacía su casa en el fraccionamiento La Vista, por la vía Atlixcáyotl.
Y desde luego al centro SCT Puebla, a cargo Salvador Aguirre Valencia, un funcionario federal caracterizado por su inmovilismo.