Antes de que llegue la primera posada navideña, el 16 de diciembre, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI habrá palomeado un primer paquete de 45 candidaturas a diputados federales que deberán pelear por el escaño respectivo en San Lázaro en la elección del primer domingo de junio de 2015.
Se desconoce el criterio aplicado en la selección del CEN priista, pero es probable aventurar que se trata de un primer desahogo de la complicada carga de selección partidista. El ritual del parto de los candidatos resulta tan complejo como la de lidiar con las aspiraciones de un número indeterminado de pretendientes que se asumen con derechos para ser nominados.
Imposible saber si de entre estos primeros nombres habrá algún hombre o mujer con los méritos suficientes en el territorio local para recibir el visto bueno de Ivonne Ortega o César Camacho, secretaria general y presidente, de manera respectiva. Ese es uno de los secretos mejor guardados en la jerga partidista. En Puebla la tarea no será fácil.
Y tan discreto es el proceso de selección de los responsables de esa talacha en el territorio local, que la cúpula priista y sus grupos dominantes han evitado enviar cualquier señal equivocada de cara a esta etapa de la vida interna. Las cartas con las que se juega están guardadas.   
El sábado 6, en el municipio de Quecholac, los delegados federale,s encabezados por el subsecretario de Desarrollo Social, Juan Carlos Lastiri, realizaron una asamblea informativa de servicios llevados a 10 municipios de la región. Escenario ideal para que los aspirantes a ese distrito electoral se pudieran placear.
Y así fue. Sin hablar de elecciones, partidos o votos, en el enorme entarimado para hablar frente a unas 5 mil personas en ese municipio del distrito 8 hubo lugar para los aspirantes a pelear la postulación por esa demarcación, que ahora ostenta la presidenta partidista, Ana Isabel Allende, ausente en esa concentración.  
El exsecretario de Seguridad Pública en el municipio capitalino con Blanca Alcalá, en su calidad de funcionario de Sedesol, pasando por el edil de esa demarcación municipal, Néstor Camarillo, que parece puntear.
Tan incluyente resultó la convocatoria para esa reunión, que hasta el cachorro del melquiadismo, Fernando Morales Martínez, también tuvo asiento de primera fila el fin de semana pasado, cuando los funcionarios federales hablaron de logros y programas alcanzados en el ejercicio fiscal de 2014 y los compromisos por cumplir en el gobierno de Enrique Peña Nieto en 2015.
La aspiración por regresar a la escena pública se puede medir en función de su activismo. Sabedor de que Lastiri Quiroz será factor a la hora de la toma de decisiones, el sábado pasado, cuando apenas descendía de su vehículo el funcionario federal, Morales Martínez lo abordó, aisló y luego acompañó hasta el estrado. 
 
En el sótano…
El afán recaudatorio en el gobierno del estado ya es inocultable. Gravar bonos de fin de año como aguinaldo y horas extras para la clase trabajadora habría sido un acto de autoridad legal, pero ilegítimo, además de insensible, frente a una clase cada vez más lastimada en su economía. Qué guardado lo tenían.
Decían los abuelos, ante circunstancias difíciles que se veían desde lejos: ven la tempestad y no se hincan. No todos entendieron esa letanía de nuestros viejos, y eso que la mayoría de los funcionarios, desde el Ejecutivo hasta abajo, tiene doctorados, maestrías y otras prendas académicas.