La aparición del excandidato del Partido del Trabajo a presidente municipal por Zautla, Justino Modesto Doroteo, como líder de la banda de secuestradores autodenominados “los modestos” ubica en una justa dimensión la vulnerabilidad del sistema de vigilancia y escrutinio del sistema de partidos y contra quienes aspiran a cargos de elección popular.
El integrante de la Comisión Coordinadora Estatal Mariano Hernández Reyes, que parece hombre sensato pero ingenuo junto a Zeferino Martínez, al admitir que carecen de mecanismos de control para evitar la llegada de aspirantes a puestos de elección popular con vínculos con grupos de delincuencia organizada, es un despropósito.
Sin embargo, abre un riesgo potencial de que se repitan episodios análogos al sucedido en Iguala con el secuestro, ejecución, incineración y desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Manuel Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa.
Por 22 dos días, este excandidato a presidente municipal, su esposa e hijo, Leticia Pérez Morales y José de Jesús Modesto Pérez, mantuvieron en cautiverio a una joven de 22 años por quien pedían una recompensa de 25 millones de pesos por el sólo hecho de que el padre decidió no apoyar la campaña del plagiario.
Mariano Hernández y Zeferino Martínez se deslindaron ayer del secuestrador y, como ha sucedido en otros episodios bochornosos en los que delincuentes se hacen políticos, o al revés, decidieron echar la culpa del fichaje de este presunto delincuente como abanderado del PT a otro actor del petismo.
Dijeron que la candidatura de Modesto Doroteo fue una imposición de un grupo político que converge en el PT, vinculado con un tal Laurencio Pérez Fuentes, que aparece en el directorio la Comisión Ejecutiva Estatal, cuyo correo electrónico es [email protected].
Ahí está la liga del presunto responsable de haber hecho candidato a quien fue detenido por la Dirección General de Delitos de Alto Impacto, aunque en honor a la verdad, de poco servirá que la Procuraduría de Justicia continúe con la indagatoria para atar todos los cabos sueltos de la operación de esta banda de plagiarios.
Y tampoco resulta un consuelo saber que Mariano Hernández y Zeferino Martínez se han confesado inútiles dirigentes de un partido político de izquierda que no puede tener un perfil idóneo de candidato o un protocolo para evitar más Modestos o Abarcas en sus filas.
La confesión de ambos dirigentes es una tragicomedia que debe entrañar una motivación para el Instituto Nacional Electoral, que debe trabajar en mecanismos eficientes para cerrar el paso a estos sujetos que secuestran, mutilan o ejecutan a la menor provocación.
Que Dios nos guarde de tener más “modestos” o “abarcas” en competencia electoral. Ya de por sí bastantes improvisados, maromeros, futbolistas o payasos empiezan a ocupar el escenario político.