Fue como si existiera duda del talante existente en la esfera del poder público en Puebla respecto de movimientos sociales diversos. La negativa a resolver por la vía de la negociación expresiones de disidencia para echar mano del tolete, la macana y la violencia a la menor provocación.
El desalojo violento la madrugada de este domingo en el zócalo que arrojó una veintena de estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla lesionados por exigir facilidades logísticas para impartir cursos para alumnos de nuevo ingreso, no hizo sino confirmar la proclividad a criminalizar el activismo social.
Un vídeo producido por los alumnos estigmatizados, perseguidos, golpeados y detenidos colocado en Youtube.com da testimonio de la condición de las víctimas del totalitarismo redivivo en la Puebla que ahora gobierna los partidos Acción Nacional, Revolución Democrática y Nueva Alianza.
“Llegaron alcoholizadas, con machetes, tubos y varillas (…) Las patrullas nos estaban hostigando, las patrullas estaban observando, les pedimos ayuda y nos ignoraron”, dice un muchacho de voz delgada, notablemente nervioso frente a una cámara y de espalda a una pared descarapelada. 
El mensaje en video ya había sido reproducido más de mil 600 veces, contabilizaba 40 likes y la página de Facebook de la Liga Estudiantil Democrática era, la noche de domingo, el espacio de información puntual acerca del nuevo gesto de represión en contra de la una expresión universitaria que no encaja en el pensamiento unidireccional de quienes toman decisiones políticas en el territorio.
El gesto represor no puede ser más inoportuno en un contexto general de enorme complejidad. 
Con los restos insepultos de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, en Ayotzinapa, Iguala; la muerte sin castigo en Puebla del niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, a manos de la policía de Rafael Moreno Valle; y la intención de perseguir y encarcelar a grafiteros como si de bandas criminales se tratara, es el caldo de cultivo de la polarización que se vive.
En medio de la golpiza a los jóvenes en ayuno en la plancha del zócalo la madrugada del domingo alguien de los matarifes gritó: “Éste es un pequeño presente de (Alfonso) Esparza”, como si la intención de la represión buscara echar por tierra la estabilidad universitaria culpándolo del clima hostil que de manera general se vive en todo el territorio estatal.
Lo cierto es que las señales de acciones violentas contra el movimiento estudiantil ya habían sido enviadas desde el 5 de febrero, cuando la Secretaría de Gobernación Municipal había advertido que “ya sólo quedaba en manos del Ejército controlar la situación del campamento”, en donde cuatro estudiantes se habían declarado en huelga de hambre.
 
En el sótano…
1.- El sábado se produjo el relevo en la Dirección de Comunicación Social de la UAP, en donde por un lapso breve despachó Alfredo Avendaño para ser relevado por José Carlos Bernal. Suerte para ambos. 
2.- El subsecretario de Seguridad Pública, Alberto Valencia Velasco, además de la carrera policiaca, tiene vocación empresarial. La empresa Cosmopolitana, SA de CV, mediante la cual se autoasignó la alimentación de los reos de los penales de Puebla, fue cambiada por otro membrete: Serel, SA de CV. Más de 200 millones de pesos mensuales bien vale la pena el expediente que tiene abierto en la Contraloria. ¿Y Facundo Rosas?