Avanza el tiempo sin pausa rumbo al proceso de sucesión en Casa Puebla. Conforme se acerca, el hombre que erigió un pequeño pero despótico imperio lleno de habitáculos para secuestrar voluntades de empresarios, funcionarios universitarios y periodistas se cae, se desmorona, pierde vigencia.
Se trata del diputado local por el Partido Acción Nacional, Eukid Castañón a quien cada vez quedan menos interlocutores. Aislado desde el CEN panista tras la virtual ruptura entre Gustavo Madero y el mandatario poblano, el ejecutor comienza a quedarse solo.
Fuentes gubernamentales confiaron que fue el propio Rafael Moreno Valle quien tomó la decisión, una vez que quedó al desuno el conjunto de excesos en los que incurrió el ejecutor que pretendió interpretar de acuerdo con su criterio las prioridades de un mandato que ostenta solo el inquilino de Casa Puebla.
El principio del fin comenzó cuando aún no llegaba el domingo negro de la elección federal que arrebató nueve de los 16 distritos federales en disputa en Puebla, y que colocó en medio de una crisis de legitimidad las aspiraciones presidenciales del mandatario.
Confiado, disperso y arrogante no supo leer adecuadamente las señales de alarma que se repitieron un día sí y al otro también respecto del modelo de gobierno que pagó en las urnas el castigo de tanto agravio en ámbitos sociales insospechados hace cuatro años.      
Ministro sin cartera, manejó a su antojo la relación con otros actores de la vida pública hasta convertirla en sujeción a través de la amenaza sutil o abierta. A Rafael Micalco, el líder de su partido le dijo en el restaurante Casa de los Muñecos del Complejo Cultural Universitario que lo metería a la cárcel, por ejemplo.
Un testigo podría dar fe de ese despropósito de un correligionario a otro hace unas semanas: Jorge Aguilar Chedraui, el aún coordinador del grupo parlamentario panista en el Congreso local, y también desplazado por el propio Castañón. 
Solo el patrón de este burdo operador sabrá lo que sucedió en la capital del país que propició traerlo de vuelta de un encargo que pareció materializar la vieja conseja: Dejar la iglesia en manos de Lutero con la publicitada comisión de supervisión de las campañas panista en el DF.
Por eso no es extraño que en el último tramo del sexenio el dialogo suspendido con sectores clave para el cierre del ciclo de la alternancia sea responsabilidad del subsecretario Fernando Morales Martínez, el priista que entró por la puerta trasera de Casa Aguayo y que ganó espacios en un lapso relativamente breve.
El mismo que amenazó con partirle la madre al diputado verde y timorato, Juan Carlos Natale en la víspera de la elección del domingo 7 de junio. 
Ese escenario confirmará la máxima que dicta que dicta que los vacíos de poder son utilizados por otras fuerzas o grupos políticos en procesos de reacomodo, según dictan las nuevas coyunturas y exigencias.


Luis Maldonado con el presidente Enrique Peña Nieto, la titular de la PGR, Arely Gómez y Miguel Alemán.