El presidente de México no tendría por qué saberlo, pero ayer al arrancar su discurso en San José Chiapa sobre las repercusiones de las investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos para el caso de Ayotzinapa y sus 43 desaparecidos, a 24 kilómetros (media hora en automóvil) una familia aún llora la ausencia de un muchacho que perteneció a ese grupo, sacrificado por el crimen organizado.
Se trata de César Manuel González Hernández, originario del municipio de Huamantla, Tlaxcala y a quien en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Guerrero, se le conocía como El Panotla por una razón que sólo puede entender quien conoce el microcosmos tlaxcalteca: es la demarcación municipal que más profesores envía a estados del centro del país.
Recordarlo como un ser vivaracho “y bien desmadroso” antes de la atrocidad cometida hace casi un año en Iguala, Guerrero, debe ser ejercicio para evitar el olvido o la indiferencia frente el multicitado número que deviene lugar común entre activistas firmantes de desplegados y consignas.
El Panotla, de 19 años, originario de Huamantla es una de las tantas razones por las que se debe ponderar que Enrique Peña Nieto haya comenzado su discurso en un evento de la industria automotriz como Audi, para comprometerse con la verdad sobre lo ocurrido a ese jovencito como al resto de las víctimas no localizadas.
El resultado de la investigación sobre la noche de Iguala el 26 de septiembre de hace un año realizada por este Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la OEA en el discurso de Peña Nieto apunta a la recuperación del “timing” presidencial para ganar terreno perdido en materia de credibilidad.
Después de un periodo sombrío y turbulento para el grupo compacto del Presidente tras la detención, probable ejecución y desaparición de los estudiantes normalistas, evidencia una postura diferente frente al inmovilismo, sordera y autocomplacencia de hace un año.
Apenas había terminado de cumplir con el protocolo de salutación en la tierra en la que se construye la planta automotriz alemana cuando soltó desde el pódium “… permítanme en este espacio particularmente, hacer referencia a dos temas. El primero quizá distinto del evento que hoy nos convoca (…) tiene que ver con el informe que el día de ayer el Grupo Interdisciplinario de Expertos (…) y sobre el cual quiero fijar claramente una posición en nombre del Gobierno de la República”.
No habrá poder humano que haga regresar a los estudiantes con sus familias. No volverán a las aulas y tampoco volverán a ver la luz. Eso deben saberlo quienes perpetraron el crimen, quienes los protegieron y las instancias investigadoras, lamentablemente.
El que Presidencia de la República haya solicitado extender la estancia de los investigadores independientes en México para continuar con el trabajo comenzado hace seis meses refrenda el derecho de las familias de los estudiantes y de la sociedad por saber qué sucedió la noche del 26 de septiembre.
La familia del Panotla, como las del resto de sus compañeros, víctimas probables del crimen organizado tienen ese derecho que el Estado debe tutelar. La distancia entre Peña Nieto y la familia de este estudiante es lo de menos.
En el sótano…
1.- Calor político. Atrajo más la atención de Enrique Peña Nieto el líder obrero de la CTM, Leobardo Soto que el propio gobernador del estado, Rafael Moreno Valle y quien presume amistad con el inquilino de Los Pinos, José Chedraui Budib. Quién lo iba a decir que les comería el mandado.
2.- Un dato para iniciados. El coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa Patrón, tiene claro el nombre que más suena en las preferencias para recuperar Casa Puebla el año que viene. Cruzó el dato con Manlio Fabio Beltrones, el líder del PRI, y todo parece apuntar a una coincidencia. La atención está en Puebla, que nadie se sorprenda.
3.- Pregunta barroca. ¿Quién pagó la talavera con la que el senador Luis Miguel Barbosa inundó su oficina en el Senado de la República? En el edificio senatorial dicen que el mecenas de tan noble y costo$o gesto tiene las iniciales RMV. ¿Será?