Me imagino a los genios de la comunicación que rodean al Señor de Los Cerros, planteando la mejor forma para contrarrestar el escándalo que puso a Puebla y al gobernador en todos los periódicos y noticieros del mundo.
Lamentablemente, esa es exactamente la forma en la que opera la mente de Rafael Moreno Valle. A este personaje no le preocupan ni los poblanos, ni el estado; lo único que le importa es cuidar su imagen para seguir soñando con arrebatar las llaves de Los Pinos en el 2018.
Por eso es que el discurso de ayer, donde anuncia el decreto para absorber el mando de la policía en Ajalpan, no tiene mayor relevancia, más que la de intentar dar un golpe mediático, que revierta la crisis en la cual está metido su gobierno.
En ese discurso desesperado, Rafael evidenció su ignorancia jurídica al invocar el artículo 115 fracción séptima, el cual obliga al Ejecutivo a trasladar su residencia al municipio materia del decreto, durante la vigencia del mismo.
Sin duda, este gazapo jurídico es muestra de la falta de conocimiento de la materia, no solo del gobernador, sino de todos sus asesores legales, quienes debieron evitar semejante ridículo de su jefe. Veamos.
Artículo 115. Los estados adoptarán, para su régimen interior, la forma de gobierno republicano, representativo, democrático, laico y popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política y administrativa, el municipio libre, conforme a las bases siguientes:
VII. La policía preventiva estará al mando del presidente municipal en los términos de la Ley de Seguridad Pública del Estado. Aquella acatará las órdenes que el Gobernador del Estado le transmita en aquellos casos que éste juzgue como de fuerza mayor o alteración grave del orden público.
El Ejecutivo Federal tendrá el mando de la fuerza pública en los lugares donde resida habitual o transitoriamente.
Sobra decir que ni el gobernador, ni sus chalanes, se dieron tiempo para leer el artículo en cuestión, lo cual haría inaplicable el decreto dictado.
Pero más allá de este exabrupto jurídico, salta a la vista que lo que menos le importó al gobernador fueron los lamentables acontecimientos de Ajalpan, sino el crear una cortina de humo para salir lo mejor librado posible de este escándalo.
Porque es un hecho que a 48 horas del linchamiento, en Ajalpan ya no existía un clima de inseguridad que obligara a tomar el mando de la policía, porque no estamos hablando de una situación de guerra, ni de choque de grupos, ni nada que exigiera tomar el mando policiaco.
El problema se dio cuando fue rebasada la Policía Municipal y por la falta de respuesta de un gobierno estatal, que nunca decidió entrar a salvar a los detenidos, pese a que a un kilómetro de distancia de Ajalpan existe un destacamento de la Policía Estatal.
En conclusión, el decreto de Moreno Valle resulta una auténtica tomada de pelo, cuando lo que se necesita en Puebla es a funcionarios que se despojen de su soberbia para actuar en casos de extrema urgencia como lo fue Ajalpan.
Porque si esa fuera la solución, tendrían que tomar el mando de las policías de los 30 municipios en donde se han registrado casos de linchamientos.
Pero mientras no reconozcan que el problema es de ingobernabilidad generalizada provocada por la insensibilidad de un gobierno en el cual no confían los poblanos, al grado de hacerse justicia por propia mano, los riesgos de nuevas revueltas seguirán creciendo a pasos agigantados.
Es lamentable que un personaje que quiere gobernar un país no tenga clara la importancia de la Secretaría General de Gobierno y que como gobernador haya dejado esta dependencia en manos de un encargado de despacho durante nueve meses.
Los hechos de Ajalpan no son casuales, la falta de gobernabilidad es un tema que no se resuelve desde un escritorio y menos cuando el titular de la SGG no tiene ni la más mínima idea de lo que sucede en los municipios de Puebla.
Moreno Valle decidió gobernar Puebla sin poblanos y este es el resultado de tener de encargado de despacho a Jorge Benito Cruz, en la Procuraduría a Víctor Carrancá y en Seguridad Pública a Jesús Rodríguez Almeida, todos venidos de fuera y con el mismo perfil arrogante y represor.
Esa es la verdadera Puebla morenovallista; lo demás, es pura escenografía.