Las prácticas dilatorias para no definir el recurso sobre la candidatura independiente de Ana Teresa Aranda me hacen pensar que se planea un golpe contra la incómoda aspirante.
Las presiones de los cabilderos morenovallistas centran sus argumentos en que la condición de consejera de Aranda en el PAN se equipara a un cargo de dirigente.
De ser así, el TEPJF caería en una grave contradicción, toda vez que ya se había pronunciado a favor de Anatere.
Será cuestión de horas para conocer la resolución de los magistrados, pero me parece que estamos en la antesala de un duro golpe contra las candidaturas independientes en México.
Veremos y diremos.
A dos semanas de campaña, vale la pena hacer algunas preguntas a bote pronto:
¿Qué viene a su mente cuando le citan los nombres de cada candidato?
¿Recuerda usted alguna propuesta concreta?
¿Piensa que alguno de ellos podría mejorar sus condiciones de vida?
Evidentemente, el vacío intelectual de las campañas genera que la trascendencia de la contienda quedará en las puntadas de algunos de los abanderados.
Con el paso de los años, recordaremos a Roxana Luna por sus deseos incansables de barrer todo Puebla, en una versión sofisticada entre naranjita y hechicera.
Difícilmente se nos borrará la invitación a bautizar el camión de Tony Gali, de cuya participación masiva surgió el talento creativo de miles de poblanos que iluminados votaron por llamarlo TonyBus.
Así como recordaremos los primeros espectaculares de Blanca, solo porque —víctima del Photoshop—, la que apareció en ellos no se parecía ni remotamente a la candidata priista.
Y para rematar, del clon de AMLO sólo nos acordaremos de su somnoliento discurso, porque ni su nombre se nos quedará grabado en la mente.
Fuera de los candidatos, la elección pasará también a la historia por algunos borregos de la prensa, por el affaire entre Charbel y Lozano, entre muchas puntadas electoreras.
Pero propuestas y discurso, nada.
Ese es el nivel de la campaña.
Ni más, ni menos.