Lector querido, para como van las cosas uno ya no puede preguntarse ¿qué mundo le dejaré a mis hijos?, sino ¿qué hijos le dejaré a este mundo?
De no ser por algunos mutantes que sobreviven en las familias de hoy, este exhermoso planeta exazul estará caput en unos cuantos años.
El caos económico, la pérdida de valores, la corrupción, la falta de respeto a todo, etcétera.
Los seres humanos, como los gobiernos, cuando estamos a punto de tronar, buscamos siempre a un culpable fuera de nuestro ámbito, como lo hiciera el nazi Goebbels al convertir a los judíos en culpables de todos sus males, o como lo hace Maduro (que de maduro tiene lo que yo de tehuana) que le echa la culpa a Colombia y al imperialismo mundial quienes, según él, están en su contra, o como el trompudo Trump, que culpa a los maceguales mexicas por su desmadre interno, o la CNTE que culpa al gobierno y a la Iniciativa Privada de su corrupto mugrero. Como le diría Goebbels a su Fürher: construyamos a un enemigo común fuera de nuestro ámbito de poder para culparlo de nuestras propias regadas de tepache, y tundieron a los judíos.
No aprendemos: por ejemplo, por culpa de los pobres de la sierra poblana que, como no tienen qué comer ni en dónde caerse muertos, no estudian en Harvard y entonces el país no avanza.
Carlos Slim es culpable de mi depresión, porque él sale en las revistas sociales y de economía y yo no. O sea, yo nunca tengo la culpa de nada.
Yo insisto: La culpa es un invento de los marcianos para conquistar nuestro planeta: la sembraron en el ADN del Pitecantropus Malonda en una noche de verano bajo un cielo azul tapizado de estrellas que lamentaba su soledad.
Nota: Pitecantropos y Pintecantropas, dirían en las Cámaras.