El otro día subieron a “feis”, unas fotografías con el rótulo de que esos eran los novillos de la ganadería de los García, para el primer festejo que dará la nueva empresa de la Plaza México. Dos cárdenos -uno claro, el otro oscuro- y un castaño, todos con mueble en la cabeza y por lo menos en las imágenes, se ven fuertes y con presencia. Desde luego, no eran fotos oficiales, aunque luego, los portales publicaron las imágenes de la empresa y fíjense, que sí, que esos son los novillos para el domingo.

Uno que es viejo lobo y tiene doctorado en objetar las tranzas, argucias, embustes, pasteles y trapicheos de la tauromaquia mexicana, de inmediato compara los merengues que lidiarán Miguel Aguilar, Juan Pedro Llaguno, Calerito y Francisco de Manuel con los de antes y se pregunta: ¿Los van a torear los niños? ¿y sin picar?, pero si, durante toda la gestión Alemán–Herrerías, esa fue casi la presencia de los “toros” que mataron Zotoluco, el Cejas, El Juli, Ponce, Morante y casi todo el resto de la comparsa anunciada como elenco, en cada una de esos seriales desparpajados, cachondos y sandungueros ofrecidos como temporada grande y que deleitaron a la mayoría del respetable, que –hay que decirlo- ovacionó los triunfos de los ases con la pasión que en este país ponemos al aplaudir a todos los famosos, aunque sepamos bien, que nos están viendo la cara. Por si hiciera falta, a jóvenes bovinos como los de las fotografías, los maestros –sin el menor recato- ordenaron a los de a caballo, que les pegaran recio con la leona como si fueran miuras corraleados.

Volviendo al presente, uno concluye con irá: si estos son “dosañeros”, -los vacunos a lidiarse en una corrida sin pica deben tener entre los dos y los tres años- los de las fotos tienen la facha de los que se mataban en la temporada grande. Entonces, ¿quióvole?, ¿qué pasó mi Eulalio? Los tres están más grandes que el que acabas de matar en Zacatecas y que su imagen recorrió las redes sociales para regocijo del Fraudi reborn y demérito tuyo. Debería darte harta vergüenza. Mira que tiene gracia el tamaño de tu atrevimiento, pero maldita sea esa gracia.

No sé, pero, por vía de mientras, con la temporada chica 2016 hay que estar al alba. Los buenos aficionados podemos caer en la trampa. La era del vacío, el neoliberalismo desbocado, la sociedad de consumo, la FIT con Antonio Barrera al frente, Tauroplaza México y sus innovaciones, la televisión por cable y por internet, las plumas vendidas, la belleza sin autenticidad, pueden inducirnos a error, caer en una trampa y darnos una idea de falsa verdad, de creer en un cambio sustancial y en la compañía táurica mercantil de Alberto Bailleres.

La nueva empresa denominó al serial de novilladas como Soñadores de gloria, eso está muy bonito, pero lo que los aficionados pedimos a los nuevos amos es que ellos sean soñadores de la vergüenza torera, aunque sea la mínima. Y que a su formato de campeonato del mundo de futbol, para confeccionar las funciones utilizaron novilleros extranjeros como cabezas de series y sortearon hasta las cubetas de las cervezas -como si así hubieran mandado Dios y Balañá que se armaran los carteles- lo han llamado Duelos taurinos cuando en realidad y hasta el momento, el único duelo verdadero y sentido de los aficionados de casta es por la decencia fenecida. Por eso, hasta no ver no creer, Santo Tomás “dixit”, o sea, habrá que esperar a la temporada grande y ya diremos. Somos desconfiados y está muy bien, es que si se quiere conocer la ingratitud, la desventura y la injusticia crudas y sin pelar, sólo se necesita tener una afición sin límites al toreo y vivir en México.