A veces tengo la sensación de que el tiempo fuese de chicle; se estira, se le pega a todo, a veces se alarga o se hace bolita, etcétera; pero cuando escucho las autoalabanzas de nuestros gobernantes siento que el tiempo es como hacer un viaje hasta Tijuana pero sentado sobre nopales con hemorroides en último grado.
Venga del valle que venga el gobernante, Puebla es un galimatías espantoso. No hay un solo secretario o burócrata que ponga un poco de orden en el caos de lascalles poblanas, un méndigo policía de tránsito ni un guardia preventivo,ni por error por ningún lugar, no hay respeto por nada ni por nadie, reina la ley del más tranza y corrupto, del más hipócrita y manipulador.
O son profundamente ineptos o caóticamente ratas ovalemadristas, profesionales amantes del menor esfuerzo. Luego nos rasgamos las vestiduras por ser el estado con más feminicidios y el lugar donde peor se maneja en el país, en donde los criminales y asesinos salen libres por que el ministerio público “es incapaz” de hacer su chamba.
La droga cubre nuestras calles, y los relucientes nuevos edificios y puentes y lugares recreativos.
Lo que no acaban de entender los “todo poderosos” esque,este sistemita del agandalle y la rapiña, ya se acabó, y que, o buscan el bien común o se los va a cargar el patíncomo menos se lo imaginan.