El tiempo es corto y la expectativa alta para el gobernador José Antonio Gali Fayad, para quien este fin de semana será el último que viva sin el peso del poder y la responsabilidad de gobierno sobre sus hombros.
Sobre todo por el continuismo que sólo el íntimo círculo que no envuelve a su sucesor, supone que los poblanos anhelan como aspiración de progreso, armonía y certidumbre.
En las últimas horas surgen nombres de personajes claramente vinculados con el pasado reciente como seguros responsables de áreas estratégicas en un periodo de gobierno tan breve que podría suponer la pérdida de la oportunidad única para Gali Fayad de ser recordado con respeto y cariño entre quienes lo eligieron.
Improvisados, oportunistas y buscachambas anduvieron a la caza del hueso que les permitiera prolongar coros de poder y negocios al amparo de la función pública.
Es tan poco el amor y desperdiciarlo en celos, dirán por ahí. El nuevo gobernador deberá enviar una señal clara de independencia política y autonomía de gobierno para sacudirse la sombra perniciosa de Rafael Moreno Valle, el impresentable producto de la alianza amorfa que en 2010 lo llevó al poder.
No sólo para limpiar de sospecha su actuación al frente de la administración pública, sino para garantizar gobernabilidad en un momento preciso de la vida pública en el país.
El margen de operación de todo gobierno es exactamente proporcional a la eficiencia administrativa, pero por sobre todo, la autoridad política que deriva de la legitimidad.
El hombre que vive sus últimas horas al margen del gobierno protestará el cargo en cuestión de horas. Estar atento a esa señal será fundamental para dilucidar la vida que depara a la vida pública de los poblanos durante los próximos 18 meses y que en mala hora, no sea la continuidad del padecimiento general de los últimos seis años.