Funcionarios de la noche a la mañana, improvisados en la política y sin más mérito que haberse subido al proyecto de Rafael Moreno Valle, el expriista converso a Acción Nacional que arrebató el poder a sus excorreligionarios hace seis años, debieron haber medido con cálculo la orfandad en la que se van a encontrar a partir del primero minuto de este miércoles.
Ausentes del círculo del nuevo mandatario, Tony Gali Fayad y hasta aborrecidos por el nuevo grupo en ascenso, deberían comenzar a buscar una tabla de salvamento ante el nuevo escenario político en lontananza.
No es el primo ni el único, pero sí el anticipado que levantó la mano para buscar una candidatura por el PAN al Senado de la República, Pablo Rodríguez Regordosa, un miembro de la más conservadora expresión de ultraderecha que mutó al pragmatismo de Moreno Valle.
Fue secretario de Competitividad en el periodo que se instaló la planta AUDI en San José Chiapa, lo que dio origen a versiones entre sus propios compañeros de partido por un presunto beneficio de tierras en Huamantla, Tlaxcala. Lo cierto es que su conducta como dirigente partidista ha sido reprobara por un segmento notable del panismo en la capital.
Pablo Rodríguez es uno de los perfiles que forman parte de la lista negra en el equipo del nuevo gobernador. Esa circunstancia explicaría la solicitud de licencia a la diputación local para ser candidato a senador. Mejor es que: aquí corrió que aquí quedó.
Otro personaje que tampoco las tiene todas consigo es el futuro Jefe de la Oficina del Gobernador, Javier Lozano Alarcón, quien convoca tempestades por su incontinencia verbal y carencia de sensibilidad política. Capaz de generar conflictos en donde no los hay, también adolece de los afectos de su futuro jefe y razón sobra para ello.
En esta misma lógica se encuentra el fiscal Víctor Carrancá, la herencia más ominosa de Rafael Moreno Valle por la historia reciente: artífice de la coartada para exculpar al gobierno del homicidio del niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo en julio de 2014, capaz de encerrar a una mujer por una consigna, como la pareja de César Yáñez, vocero de Andrés Manuel López Obrador o de perseguir a jóvenes universitarios por la sola sospecha de su participación en atentados dinamiteros.
A Carrancá no lo va a poner a salvo siquiera el cabildero de las causas más condenables, el diputado panista proempresarial, Francisco Rodríguez Álvarez, otro personaje que olvidó los principios ciudadanos que lo animaron a incursionar en la política para convertirse en uno más de la camarilla de aduladores que dispensaron todo tipo de atropello y abuso en la gestión que termina esta medianoche.
Rodríguez Álvarez intercedió por Facundo Rosas, el impresentable secretario de Seguridad cuando fue asesinado el niño de Chalchihuapan y cuando fue despedido por la complicidad de sus subalternos en la ordeña de ductos de Petróleos Mexicanos en julio de 2015.
Como el resto de los personajes del morenovallismo, este diputado panista tampoco goza de las virtudes de la nueva administración en donde también puede ser incluido Jorge Aguilar Chedraui, caído en desgracia luego de haber sido descubierto en juegos sucios al amparo de su responsabilidad en Salud para beneficiar a empresas de su probable propiedad.
Las viudas de Moreno Valle deben comenzar a llorar por los rincones, el tiempo de bonanza y soslayo se acaba en unas horas más porque en política, nada es para siempre.