Apenas comenzaban a circular los diarios impresos de la mañana de este jueves, que destacaban las palabras del gobernador Tony Gali Fayad al rendir protesta como mandatario, en la cual anticipó que no le temblaría la mano para actuar en contra de la delincuencia, cuando un grupo armado sacó a siete sujetos de un hotel en el municipio de Esperanza y los ejecutó en cuestión de minutos.

Los agresores arribaron alrededor de las 6:00 horas a las afueras del hotel Karina, ubicado en la calle 6 Poniente número 21. Las oficinas de Bansefi, en la planta baja, no abrían al público.

El comando comenzó a accionar sus armas, luego ingresaron al inmueble y extrajeron a los huéspedes mal heridos, los subieron a una camioneta Chevrolet con placas de circulación del estado de Veracruz y enfilaron rumbo al municipio de Nogales, a 50 minutos del lugar.

No habían transcurrido más de dos horas cuando los cuerpos sin vida fueron encontrados en el vecino estado.

La operación armada en Esperanza se desarrolló en minutos, a menos de 10 kilómetros del Arco de Seguridad de Palmar de Bravo; el traslado de las víctimas sucedió en la mañana, cuando ya la gente de ese lugar desarrolla sus actividades, los victimarios condujeron por las carreteras de dos estados y dejaron los cuerpos en un sitio fácilmente visible, lo que claramente constituye un mensaje intimidatorio.

El caldo de cultivo ahí hiede. En octubre del año pasado un comando armado arribó a bordo de tres camionetas al Arco de Seguridad, atacó al personal de la Secretaría de Seguridad Pública y Gendarmería, lo cual originó que esa instalación permaneciera sin personal por las noches, vacío.

En medio de la confusión, el propietario del hotel aseguró que eran sus huéspedes y los identificó como agentes de la Policía Federal. En el lugar se dijo que se había pedido apoyo a otras dependencias, sin embargo, con el paso de las horas, esas primeras versiones cayeron.

Lo cierto es que se trata del primer acto delictivo luego del nuevo gobierno, protagonizado por grupos de delincuencia organizada con capacidad logística, armas de grueso calibre y margen de acción suficiente como para realizar operativos a plena luz del día y movilidad cronometrada para burlar cualquier sistema de vigilancia.

En medio de este escenario, está claro que la capacidad de respuesta del nuevo secretario de Seguridad Pública, Jesús Morales Rodríguez, está a prueba. No será fácil responder a un reto mayúsculo, sobre todo porque en medio de la tropa uniformada corre la versión de que su subalterno, Óscar López trae intereses que ponen en juego la acción institucional eficaz.

No está de más subrayar las componendas que en el pasado reciente fueron documentadas, entre mandos de la Policía Estatal, bajo el mando de Facundo Rosas, en la administración que permitió el crecimiento de las bandas de huachicoleros, que aún en estos días se disputan el control de la plaza a sangre y fuego.

No es ningún consuelo que los muertos hayan sido de origen veracruzano y que sus uniformes de agentes de la Policía Federal hayan sido clonados, falsos. Los muertos estuvieron 15 días hospedados en un hotel, operaron con uniformes apócrifos y nadie los detectó hasta que vino el grupo rival, trazó la ruta del operativo con éxito y ahora somos nota nacional, otra vez.